CAPÍTULO DIECIOCHO

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"Ella no es tuya".


 
Eros.

Lo que me faltaba para completar mi caída; ser secuestrado por los hombres de la futura dama de la mafia italiana.

¿Esa bruja que se cree?

Me enoja cada parte de ella, su cara, su cuerpo, su voz, su cabello, su forma de ser, su aroma, el poder que tiene, todo me irrita. La detesto. La detesto tanto que necesito apretar su cuello con mis manos. Deseo quitarle todo lo que ella tiene.

Maldita Lisa Coppola. Con una sola puta jugada acabó con mi plan. Así no debían ser las cosas. Las subestimé a tal punto que ganó. ¿Ahora que mierda hago? Pongo a mi mente a trabajar por un buen plan.

Llevo un día encerrado.

Hace un rato me visitó. Pasaron tantas cosas y a la vez nada. Me molesta que la latina no salga de mi cabeza. Me harta que tenga presencia siempre en mis sueños.

Detesto su inteligencia, su forma de pelear. Odio que tenga los ovarios bien puestos cuando tiene confrontaciones con Nikolay. Es estúpidamente buena en lo que hace y odio eso, pero lo que más odio sin duda es que me haya ganado esta partida del juego.

Odio no poder olvidar lo que sucedió hace unas semanas en el club y me enloquece el hecho de que después de ese encuentro ella sea la única que pueda ponerme duro.

Mierda, ella es mi enemiga número uno, ¿por qué pienso todo el tiempo en ella? Maldita y mil veces maldita.

¿Lo que les dije hace un rato era mentira o realmente lo siento? Cierro los ojos recordando cada palabra que le dije a Silas y a ella, y no me arrepiento.

—No sabes cuánto disfruté escucharla gemir —lo provoco—. Créeme, pagaría o haría lo que sea por volver a repetirlo.

—No sabes cuánto ansío tenerte cabalgándome. Ansío por probarte, no tuve suficiente y creo que jamás lo tendré. Me tienes loco y jodidamente caliente.

—Lisa Coppola, por más que trato de olvidar eso, no puedo. Intenté con muchas mujeres en ese mes y ninguna me hizo sentir lo que tú hiciste —mi dedo índice sube lentamente por su abdomen plano, rodeando las formas de sus pechos.

Maldigo al ver la erección que tengo de solo recordar mis manos recorriendo su cuerpo. Maldita sea. Maldita mujer. Esa arpía me las pagará. ¿Qué me pasa? Me agarro la cabeza con la idea de que estoy completamente loco pasear por mi mente.

Me pongo de pie y doy vueltas por la habitación. Necesito planear algo para el ruso de mierda. Ese maldito de Nikolay casualmente se va y los hombres de Lisa me secuestran. Magnífico.

Las horas pasan poco a poco de manera muy lenta. Llevo tumbado en la cama después de tener el plan perfecto. La puerta se abre, dejando ver a una mujer de unos 40 años.

—La señorita Lisa le envío la cena —entra con una bandeja de comida.

Me incorporo.

—¿Lisa siendo amable? —bufo.

—Lo sé —me mira—. Yo también estoy confundida con su actitud.

Da media vuelta y se va cerrando.

Huelo la comida antes de llevármela a la boca. ¿Lisa siendo amable? ¿Que sigue? ¿El diablo se vuelve bueno?

Termino de comer y dejo la bandeja en un lado y vuelvo a tumbarme en la cama.

No entiendo a Lisa, ¿por que me tiene aquí con estás comodidades? Me tiene secuestrado pero me da comida y una buena cama. Esa mujer me tiene confundido y muy enojado. Mejor me duermo. Cierro los ojos.

Dinastía Lombardi [Bosses #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora