CAPITULO CUARENTA Y SEIS

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Lisa.

Cuanto el miedo quiera apoderarse de ti, invierte los papeles. Apodérate del miedo y hazlo tu perro personal.

Atravieso emergencias con la bebé en mis brazos y mientras me acerco a la enfermera me ordeno a no pensar en hechos ocurridos hace más de una década. Dejo a la niña sobre la camilla y me mantengo con la barbilla levantada esperando el resultado de lo que sucede con ella.

—Buenas noches, señorita... —deja al aire esperando mi nombre.

—Coppola. Soy Coppola.

Me observa por unos segundos y asiente. Debe creer que no pertenezco a esos Coppola. Me río por dentro. Ella no lo descubrirá, al menos no lo hará mientras no me obligue.

—Señorita Coppola. ¿Cuántas semanas tiene su bebé? Su bebé está muy delgado y...

—Qué novedad —la interrumpo, irritada—.Y no es mi hija. La encontré abandonada.

—¡Jesús! —Menea la cabeza.

La veo tomar el estetoscopio y revisar los latidos.

—Todo bien por aquí —informa, llevando el aparato a la espalda de la niña. Se estremece por el frío material tocar su cálida piel y chilla—. Bien.

Silas se acerca con el teléfono en la oreja y se inclina hacia mí.

—Taddeo te manda a decir —susurra—, que se le había olvidado mencionar que la yegua amaneció junto al macho hace unos días.

Gimoteo.

Lo que me falta. Lidiar con Atenea preñada.

—Voy a tomar unas muestras de sangre. Ayúdeme por favor a tenerla.

Me acerco a la bebé y la tomo en mis brazos, cuando veo la aguja acercarse a su pequeño brazo, volteo el rostro sintiendo una punzada en el pecho.

—¿Tiene algún nombre? —le pregunta la enfermera a Silas—. Porque lo necesita para poder agregarla al sistema.

Miro a Silas esperando a que él intervenga.

—No se puede tomar algo tan importante a la ligera —dice—. ¿Se imagina si se escoge el nombre incorrecto y la molestan en la escuela. —Se gira y me sonríe.

Ella suelta una risita.

—La bebé tiene suerte de tenerlos a ambos.

Ahora ella piensa que Silas es mi marido. Perfecto. Me divertiría ver esta escena con Eros cerca. Es un imbécil, pero me divierte.

Un nombre... No había pensado en eso, siendo honesta. Y no estoy segura de darle uno. Es como rescatar a un perro moribundo y ponerle un nombre. Te vas a encariñar, pero sabes que no puedes tener uno. Sin embargo, lo haces y terminas destrozado cuando lo ves marchar por la puerta. No.

No es un apego ni un dolor que necesite en estos momentos.

La niña sigue llorando y la acuno en mis brazos, tal como vi a Lucia hacerlo. Unos minutos después de sollozos ahogados se duerme sin soltar un mechón de mi cabello.

La enfermera vuelve con frascos pequeños de vidrio. Vacunas.

—Voy a esperar a que salgan los estudios y así organizar un plan de vacunas correcto. Sin embargo, le voy a aplicar BCG que es una vacuna para evitar la tuberculosis y dentro de unos veinte minutos vuelvo para aplicarle la de Hepatitis B. Y esperar a los resultados.

Pasamos las siguientes tres horas en la emergencias. La bebé se ha tomado dos teteros que Lucia le preparó antes de traerla. Los exámenes clínicos están listos. Ella está bien, no padece enfermedad alguna, solo la desnutrición. Y la enfermera le pone un nombre de improvisto, sólo algo momentáneo para poder registrar a la niña y que nos permitan salir.

Dinastía Lombardi [Bosses #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora