CAPÍTULO VEINTICUATRO

548 44 6
                                    

"Advertencias para tomar en cuenta"


 
Lisa.

—Y aquí estamos, tu y yo en una aventura loca —dice Eros divertido.

—Cállate, maldita sea.

—Amargada —rueda los ojos, limpiando su arma.

Sigo arrepintiendome de esto.

—Cuando dijiste cazar, me imaginé a ti y a mi corriendo en el bosque atrapando ardillas con una sonrisa de oreja a oreja —comenta.

—No soy Daryl Dixon, idiota.

Meneo mi cabeza, abrumada. ¿En qué momento se me ocurrió que traerlo sería buena idea?

—Baboso —murmuro, echando a andar otra vez.

Estamos en las partes más feas de la ciudad buscando personas malas para llevarlas al laboratorio y experimentar en ellas. Los requisitos son: violadores, maltratadores y al que se me dé la gana de traer.

—A veces me das un poco de miedo, ¿sabías? —voltea a verme—. Eres muy despiadada.

Contengo la risa.

—No eres el único que me lo ha dicho.

Seguimos caminando hasta llegar a un bar. Eros abre la puerta para mí, entro a la taberna de mala muerte seguida por él. El lugar tiene una luz muy tenue, la música retumba y hay borrachos en todo lado. Unas cuantas mujeres bailando, bebiendo y riendo.

Me giro para decirle algo a Eros y me choco con su pecho duro, no sabía que estaba tan cerca. Con mis manos en su pecho me alejo un poco, él toma de mis manos y las sostiene para que lo siga tocando. Su mirada se suaviza y una sonrisa torcida se dibuja en su rostro. Coqueto como siempre.

—Eh... —carraspeo, dando un paso para atrás.

—¿Acaso está nerviosa, jefa? —sonríe enseñando los dientes.

—Vamos a sentarnos en la barra y mirar a qué los hombres sean hombres y llevarnos unos cuantos —susurro.

—Está bien —libera mis manos.

Me limpio las manos sudorosas en mis jeans. ¿Estoy sudando?

Nos sentamos en la barra, Eros pide vodka y yo agua. Observamos a la gente divertirse. Cruzo mis piernas, llevándome la botella de agua a mis labios.

—¿Has hablado con Silas?

Me giro hacia él.

—Si. ¿Por qué?

—¿De qué han hablado exactamente?

—¿Disculpa? —levanto una ceja.

¿Y este idiota quien se cree? ¿Cómo es que me pregunta tanto sobre mi vida personal? Descarado.

Bebe dos shots de licor, seguidos. Mira a su alrededor con aburrimiento para volver a mirarme. Una de las meseras se acerca a la barra por el lado derecho de Eros y le roza el brazo a propósito en modo de coqueteo. Aprieto los labios al no encontrar una reacción en Eros. Le da completamente igual la mesera.

—¿De qué han hablado exactamente? —repite, moviendo su asiento hacia mi.

—De... ¡¿Que te importa?! Te tengo aquí para me sirvas, para que trabajes para mí, no para que me preguntes cosas personales, ubícate, Lombardi.

—No has respondido mi pregunta —esta vez su voz suena más seria.

¿Que se supone que le diga? ¿Acaso quiere que le mencioné que al día siguiente que volvió Silas follamos?

Dinastía Lombardi [Bosses #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora