CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

603 27 3
                                    

"La historia de los dragones con ojos verdes"

Lisa.

Por fin estoy en Palermo, ya me tenía harta la ciudad de Roma, pero dejando a un lado lo fastidiosa que fue mi estadía, está lo peor... Tuve que aguantarme toda una película de Rápidos y Furiosos, porque al príncipe se le antojó verla y cada vez que me estaba quedando dormida, el sonido de los malditos autos me hacía despertar dando un brinco.

Entro a la mansión y busco a Malia.
Cuando no la encuentro, decido buscar a Taddeo y preguntarle a él. Mi progenitor sale de la piscina. Reluce sus músculos y abdominales marcados y tonificados, muy orgulloso.

—¿Si la viste o no? —enarco una ceja, insistiendo.

—Salió al mercado.

—¿Con quién?

—Sola.

—¿Sola? Estamos en Italia y no es bueno que una mujer camine sola.
¿Por qué no se llevó a algún guardián?

No sé si es que Malia es suicida o es muy inocente. Me molesta lo imprudente que puede llegar a ser.
Mi padre se encoge de hombros y vuelve a zambullirse en el agua, salpicandome todo.

—¡Idiota! —grito, echándome hacia atrás.

veo mis pobres zapatos con incrustaciones de diamantes empapados.

Suelta una carcajada, moviendo la cabeza, en otro intento de mojarme.

—Quiero a Eros fuera de mi casa.

—Pues echarlo tu —contesto seria—. Ya estoy buscando una casa nueva para nosotros.

Se congela en la mitad de la piscina.

—¿Una casa para nosotros...? —la ira chispea en sus ojos—. ¡¿Cómo que nosotros, Lisa?!

Arrugo el ceño y me cuesta un par de segundos comprender.

—¡No! —me exalto por la idea. Nunca. Jamás—. No me refiero a mi y a Eros. ¡Jesús, no! Me refiero a nosotros, tu, Lucia... ¿Entiendes?

Asiente, ya con los músculos relajados.

Voy a la habitación de Silas, aún sintiendo esa sensación incómoda de la tonta idea de mi padre.
Encuentro dormido al hijo menor de Elliot. Carraspeo fuerte, llamando su atención sin éxito alguno. Lo remuevo, jalandolo de los pies y suelta un grito lleno de pánico.

Se pasa las manos por la cara, aún soñoliento.

—¿Qué sucede?

—¿Qué haces dormido a esta hora?

—Pasando penas —me enseña dos botellas de whisky vacías.

Me cruzo de brazos.

¿Silas bebiendo? ¿Desde cuándo? Se supone que todo estaba bien entre los Salvatore, pero al final demostraron que todos están imbéciles.

—¿Penas?

—Si —se apoya en sus hombros, trae solamente un pantalón puesto—. Es cuestión de tiempo para que Elliot me deje a un lado por su hijo perdido.

Ruedo los ojos.

—¿Por qué lo crees?

—Porque es lo que sucederá.

Tanto Eros cómo Silas tienen miedo de perder a Elliot. Dudo mucho que Elliot sea tan imbécil como para abandonar uno de sus dos hijos. Yo misma le arrancaria la cabeza, no voy a aceptar que ellos pasen por algo así.
Yo si podría soportar que Taddeo me deje a un lado por mi hermano, estoy mentalizada para eso y muchos otros sufrimientos, pero ellos no. Son muy débiles de mente y me lo han demostrado en más de una ocasión.

Dinastía Lombardi [Bosses #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora