CAPÍTULO DIECINUEVE

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"Reyes de la tortura".

Eros.

Cierro el libro.

He leído aproximadamente unos 3 libros. Y si, hace una semana dije que jamás lo haría... pero vamos, ¿Qué más podía hacer para matar el tiempo? ¿Coger? No, eso ya no puede suceder más. Solo fue una vez y era para quitarme las ganas. Spoiler: se me han duplicado.

Ahora, me surge una incógnita, ¿de qué le sirve a Lisa que yo lea esto? Porque es obvio que no era simplemente para fastidiarme. O pueda que sí, pero no es la única razón.

Siento que mi estómago ruge y me duele un poco. Ya pasará.

Me incorporo rápido en la cama cuando siento que las náuseas se vuelven más y más presentes.

¿Que diablos me pasa ahora?

Una arcada más y me tiro a vomitar al suelo, no alcanzo siquiera llegar al cuarto de baño. Expulso todo lo que he comido en todo el mes. Las arcadas se unen con el dolor de estómago y me retuerzo del dolor. La cabeza empieza a palpitarme.

«¿Comí algo extraño en las últimas horas?, pues lo único fue un pastel que me trajo Silas. Lo entregó con la excusa de que Malia no podía traerlo.»

¡Maldito!

Boto espuma por la boca...

Los ojos se me cierran poco a poco.


Lisa.

No hay mejor que volver a casa. La pasé bien en Japón, a decir verdad. Pude canalizar mi energia, mis pensamientos... me relajé y analicé lo que voy a hacer.

Las puertas de la mansión Coppola se abren frente a mis. Entra la camioneta en la que estoy y después unas cuatro más. Vengo en la camioneta con Jian que está hablando de no sé qué. No le presto importancia a lo que dice, en mi mente se repite una y otra vez el nombre Eros.

Me bajo de la camioneta, abriéndome paso hacia la casa. Busco a Elliot y lo encuentro comiéndose un sándwich de pollo.

—¿Está sabroso? —me cruzo de brazos, viéndolo devorar con ganas el sandwich.

Se gira hacia mí con una sonrisa y me abraza.

—¡Me untaras de comida! —chillo.

—Oh, vamos —rie.

—Enseñame las grabaciones de la habitación de Eros —ordeno.

¿Para qué darle tantas vueltas al asunto? A mí me gustan las cosas rápidas, para ya. No me gusta perder el tiempo en estupideces.

Elliot se rasca la nuca.

—¿Para qué quieres eso?

—Porque quiero y es una orden —espeto.

Asiente y va por el portátil.

—Señorita Lisa, que gusto verla de nuevo por acá —dicen a mis espaldas.

—Ajá —respondo, mientras tomo la laptop y me pongo los auriculares.

Aumento la velocidad de las grabaciones, se ve a Eros dormir, comer, leer libros, hacer torres con los libros, dormir. Cuando estoy pensando en dejar a un lado las grabaciones aburridas, las camaras enfocan el momento exacto dónde Malia y Eros empiezan a follar.

Me pellizco el puente de la nariz, inhalo y exhalo. ¿Por qué tienen que actuar como animales?

—¿Dónde está Malia? —le pregunto.

Dinastía Lombardi [Bosses #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora