CAPITULO TREINTA Y SEIS

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"Reto aceptado, amiga."


Eros.

Me estiro en la cama y siento dos patas caer en mi pecho con fuerza. Abro los ojos, encontrándome con Aquiles.

al verme ya despierto, me lame la cara y lo abrazo.

Lisa lleva dos días aquí en la mansión, debo admitir que se siente mejor estar en esta inmensa casa solo con su presencia. A excepción de Silas y Elliot, por supuesto.

Sigo poder creer que sea mi hermano. Y a pesar de que Elliot está aquí hace un día, todos, incluyendo Lisa, lo han entretenido para que se le olvide el asunto, aún no estoy listo para decirle la verdad. No quiero que me rechace, pero sé que será inevitable. No soy un hijo ejemplar.

La puerta de mi habitación sigue abierta. Echo al perro a un lado y salgo de mi cama sin ropa, para ponerme unos pantaloncillos y un pantalón de pijama. Me lavo la cara y también los dientes, antes de salir en busca de Lisa y del desayuno.

No se si deba preocuparme del psicópata de Taddeo, pues no debe de estar muy feliz al saber que su hija está en mi casa. Conmigo. Pero bueno, un enemigo más, un enemigo menos.

Le ordeno al perro que busque a Lisa y el muy inteligente sale corriendo. Me giro hacia el otro lado, viendo mi cama, está demasiado cómoda para salir de ella.

Los ladridos de Aquiles resuenan por gran parte de la casa.

Me acerco a mi mesa de noche, tomando el cuaderno donde hago algunos bocetos. Y anoche antes de quedarme dormido, hice uno de mi madre.

Creo que una de las cosas que más duelen de perder a un ser querido es aceptar que vamos a olvidarnos de cómo su rostro lucía y también, como sonaba su voz.

Paso el dedo por el boceto. Ojos grandes y oscuros, pestañas largas, cejas pobladas, cara redonda, sonrisa enorme, mirada brillante, nariz pequeña y un tanto respingada. «Toda una diosa».

«—¿Tu crees que me quede bien este vestido? —sonrió mamá en una ocasión—. Es muy lindo, ¿verdad que sí, Osito?

Asentí animado.

Mamá tomó un extremo de su vestido rojo con puntos blancos y dio media vuelta viéndose en el espejo. La forma en que brillaba sin estar cerca de padre era increíble».

Siempre sonreía cuando estábamos solos, adoraba compartir momentos conmigo. Ella se pasaba pintando cuadros, mientras que yo permanecía siempre detrás de ella en el suelo dibujando.

Algunas ocasiones lloraba por mis bocetos, decían que eran muy lindos, pero solo lo decía porque era su pequeño.

—¿Qué sucede? —La voz fría de Lisa me hace salir de mi nostalgia.

—Desperté y no estabas aquí. ¿Todo bien? —Me acerco a ella.

—Como siempre —da un paso hacia atrás.

Otra vez no.

La sonrisa que traía en mi rostro se esfumó tras la mirada gélida de ella.

¿Elliot ya llegó? —inquiero, cruzándome de brazos.

Si ella espera que yo le ruegue, está alucinando. No lo voy a hacer.

Ignoro el impulso de verle los labios.

—No. Sigue en el mercado.

Se supone que Elliot saldría con Silas al mercado, no pregunté a qué ni porqué. Solo me fuí a mi habitación anoche en cuanto se pusieron a hablar entre ellos, dejándome excluido.

Dinastía Lombardi [Bosses #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora