CAPÍTULO CUARENTA Y TRES

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TW: Mención del aborto.

Eros.

Me detengo cuando escucho hablar a Lisa en voz baja. Solo alcanzo a captar mi nombre.

—¿Si? —pregunto aún con el pomo de la puerta en mi mano.

—Estoy embarazada.

Suelto una carcajada, girandome hacia ella por completo.

—Sé que me quieres retener para toda la vida, pero esa no es la forma, flaca —le guiño un ojo.

Ella se mantiene seria, no mueve ni un solo músculo de su cuerpo a excepción de sus párpados los cuales mueve como si le pesaran. Entonces, la sonrisa de mis labios se borra dejando el fantasma de ella vagar por la silenciosa habitación.

Ladeo la cabeza sin ser capaz de gesticular una sola palabra. Ella asiente entendiendo mi gesto el cual suelta la pregunta: «¿Es en serio?».

—Necesito un trago —murmuro—. ¿Quieres uno? —ofrezco.

—Lombardi —sisea.

¡Es verdad! Embarazo. No alcohol. Inhalo profundo y salgo de la habitación con la cabeza en blanco, solo me muevo por inercia. Agarro una botella de vodka del bar de Taddeo y me bebo casi media botella. Subo a la habitación cuando ya veo el doble de todo.

Entro encontrándome con una Lisa acurrucada en la cama mientras acaricia la cabeza del perro marrón.

—Estoy listo —le digo, sentándome a su lado—. Retomemos la conversación.

—¿Ya estás ebrio? —siento el reproche en su voz.

Sonrío.

—Un poco. No podría tener una conversación en sano juicio, moriría de un infarto, ya sabes —se me escapa una risa nerviosa.

Se levanta, volteandose hacia mi, al mismo tiempo que el perro se marcha cuando ella deja de acariciarlo.

—Estoy embarazada —repite y creo que tendré un colapso mental.

Embarazo. Un bebé. Bueno, con el poco tiempo debe ser un embrión. Tal vez un feto. Una criatura de ambos. El pecho se me aprieta tanto que siento que me estruja el corazón, pero la dicha desaparece un par de segundos después.

—Tu no puedes tener hijos —entrecierro los ojos, dudando de tal vez solo sea una broma de muy mal gusto—. No puedes.

  —Eso mismo quiero que me explique el hijueputa que me operó.

Entonces, algo hace clic en mi cabeza.

—Tu no has menstruado desde que te operaste, ¿cierto? —inquiero dejando la botella en la mesa de noche.

—No —tomo aire—. Hace una semana sangré. Creí que habría sido por la pelea en la mansión Moretti, pero…

Ella no puede estar embarazada. Y en el jodido caso en que lo esté su vida corre peligro. Y ella no puede morir. Tendría una hemorragia. El feto no estaría vivo durante mucho tiempo a falta de algún órgano u parte que el imbécil le dejó a Lisa. «¿Qué clase de mierda puede hacer mal su trabajo? ¿Por qué?»

—Dame el nombre del hombre que estuvo a cargo de la operación —pido con calma.

—No. Ahora me iré a dormir.

—¡Pero ya estabas durmiendo cuando llegué!

—Tengo sueño —gruñe—. Cállate y duérmete.

Sonrío.

Dinastía Lombardi [Bosses #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora