CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS

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"Es un buen chico"

Lisa.

—¡Lo hago porque te amo! —confiesa en voz alta y ahogada.

Me congelo por unos segundos mientras mi cerebro intenta comprender a toda prisa lo que él acaba de decir. Un segundo, luego otro.

Siento como una carcajada sube rápidamente por mi garganta y estallo en una larga risotada. Me llevo las manos al estómago cuando empieza a dolerme con el paso de los segundos hasta casi quedarme seca. Tomo un respiro profundo y lo observo. Eros baja la cabeza al tiempo en que aprieta los labios, se siente humillado. Entonces, levanta la cabeza mostrándose inquebrantable, pero ya he visto lo mucho que le ha afectado mi reacción. Ignoro el malestar que me surge en el estómago y retrocedo.

—No seas patético.—Me rio intentando ocultar el temblor en mi voz.

Levanta la cabeza mostrándose inquebrantable, pero ya he visto lo mucho que le ha afectado mi reacción. Ignoro el malestar que me surge en el estómago y retrocedo.

—Tengo... —Mi garganta está seca. Carraspeo—. Tengo que ir... Tengo que ver a... —Sin saber qué más decir, hago lo que mejor se me da: huir de momentos incómodos.

Escucho que Eros me llama, pero yo avanzo por el pasillo ignorando a todos los que están en él fingiendo que no estuvieron afuera de la puerta. Subo las escaleras rápidamente y entro a la habitación de Taddeo dónde encuentro a Artemisa lanzando juguetes. La levanto con mucho cuidado para no lastimarla. Tal vez Lucia tenga razón, ella necesitará un nombre. Y el nombre de una guerrera sería ideal para ella.

Recuerdo a Lucia mecer a Artemisa y hago lo mismo, pero no me sale perfecto. Sin embargo la bebé sonríe mientras se mete un mechón de mi pelo a la boca. ¿Cómo esta criatura tan pura podría crecer en un mundo como este? Cerca de mí.  Y de mis manos tan manchadas de sangre. Si caigo por esta niña, estaré mucho más vulnerable que antes.

Las emociones vuelven a surgir... Mi corazón sigue martillando con fuerza. «Te amo.» «Te amo.» «Te amo.» No puede ser. Es muy ingenuo si piensa que lo nuestro puede ser algo más allá de encuentros con beneficios. Aunque..., quizás, la ingenua sea yo.

Necesito concentrarme. No puedo perder el tiempo en cosas como estas. Dejare a Lucia a cargo de Artemisa mientras me ocupo de Gregory y Mao.

Escucho unos pasos acercándose, me tenso de pies a cabeza, Artemisa también se pone rígida, me giro y al encontrarme con Malia, suspiro. Por un segundo creí que era Eros.

—Hola. —Me sonríe—. Lucia aceptó ir a casa de Eros —informa con cautela. Ruedo los ojos, meneo la cabeza y ella avanza hacia nosotros.—Taddeo, como era esperado, siguió a su esposa. Ambos van a empacar una maleta y Lucia me pidió que te contara.

Al tener a la bebé en mis brazos, me tomo las cosas con calma. Intento no gritar, no enojarme y mucho menos pelear.

—Iré en una camioneta diferente a la de Eros. ¿Vienes o qué? —pregunto sin detenerme.

Escucho sus pasos detrás de mí.

—Silas se ofreció a llevarme, puedes venir con nosotros.

—¿Nosotros?

—Somos buenos amigos. —Se encoge de hombros.

Asiento.

Me parece bien que tenga a alguien además de mí.

—Logré meter toda mi ropa en una sola maleta, pero necesité otra para mis zapatos y una tercera para mis útiles de la universidad.

Vuelvo a asentir sin saber qué más decir.

Dinastía Lombardi [Bosses #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora