Capítulo 31

1.1K 69 90
                                    

-Venía a coger mi bandeja cielo, no puedo quedarme con Termi- fue a la cocina a recogerla -tengo una cita- explicó entusiasmada -y tengo que preparar la cena.

-¿Qué? Abu tienes más vida que yo eso no es justo- hice puchero.

-No tienes porque no quieres.

-Hola abu- Mitsuya entró agarrando la chaqueta delante de su entrepierna y se sentó como pato en una de las sillas.

Me reí en bajo y me miró con desprecio.

-¡Takashi!- se acercó a abrazarlo -¿cómo estás?

Me miró de reojo y a regañadientes contestó que bien, mi abuela hizo lo mismo y me miró las piernas. Bajé un poco más la camiseta intentando que, no sé, me tapara hasta los tobillos.

-Voy a casa de Mitsuya ¿con quién voy a dejar a Termi?

-¿Tu madre ha empezado a odiar a los perros?- le preguntó.

Negó con la cabeza -no quiere traerlo.

-¿Qué pasa con Termi?- me preguntó con el ceño fruncido.

-Cuando llevo a Termi las niñas no me hacen caso- me crucé de brazos.

-Llama a tu tía, ya tienen uno, no les importará.

-Hemos quedado en quince minutos, pensaba que te lo llevarías- seguí haciendo berrinche, no me daba tiempo, las niñas eran muy exigentes con la puntualidad.

-¿Y esta es la que cuida a tus hermanas?

-Nos lo llevamos- aseguró Mitsuya.

-¿Ves? No pasa nada.

-Pero no me van a hacer caso.

-Seguro que te acabas entreteniendo con algo- contestó él. Su media sonrisa hablaba sola.

-Takashi también te puede hacer compañía- apoyó la mano en su hombro -seguro que podéis divertiros solos.

Los dos me miraban esperando una respuesta, era muy turbio creer que mi abuela nos estaba animando a hacer precisamente lo que Mitsuya tenía en mente.

Lo miré con segundas -algo se nos ocurrirá.

Intentó no sonreír mientras se levantaba para agarrar del brazo a mi abuela.

-¿Tenía prisa verdad?

-Va a venir el chico del bingo- avisó coqueta mientras caminaban hacia la entrada.

-¿Chico?

-Sí, sí.

-¿Cuántos años tiene?- empezó a preocuparse.

-Unos buenos 62 años.

-WOW es un bebé, qué buen mozo.

-Eso dicen mis amigas- habló toda orgullosa saliendo de la casa.

-Ya nos veremos abu- saludó viendo cómo se iba.

-¡Dale bien de comer!

Cerró la puerta y me miró.

-Algo te daré.

-Estás enfermo.

Caminé hasta alcanzar las escaleras y sentí su mano en la cintura dándome la vuelta y apoyándome en la pared. Se acercó a mi cara y me dejó un beso en la punta de la nariz.

TRAS EL TELÓN - MITSUYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora