Capítulo 37

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NARRA HANABI

La suavidad de sus labios me traían paz, me hacía sentir más segura que antes, y se separó cuando decidió que ya me había saludado por un buen rato.

-Buenos días- sonreí aún mientras me abrazaba.

Me dio un corto beso en la frente y me agarró la mano para ir a las taquillas.

-¿Estás bien?

Me miró con una sonrisa débil y asintió.

-Ahora sí.

-¿Y el golpe del pómulo?- siguió caminando pero esta vez más serio -está bien si no quieres hablar, pero no me preocupes trayendo una marca sin decir nada.

Llegamos a mi taquilla y se apoyó en la de al lado mientras la abría.

-Te lo cuento cuando estemos solos- miró desconfiado a su alrededor.

-¿Cómo está Draken?- pregunté cogiendo los libros que necesitaba -no he podido hablar con Umiko.

-Mejor, hoy deberían darle el alta.

-Menos mal que solo fue un reconocimiento.

-¿Entonces vas a hacer las maletas?

Cerré la taquilla y pasó el brazo por mis hombros para dirigirnos a la suya.

-Sí...

-¿Abuela o tíos?

-Shiba.

Se detuvo en seco haciéndome retroceder al pararme con el brazo que me sujetaba.

-Yuzuha me ha invitado- expliqué tímida.

-¿Qué?

-Ahí no me va a pasar nada, y si voy con mi familia sospecharán. Y luego me harán dejar mi casa.

Frunció el ceño y miró al frente.

-¿Hakkai y Taiju lo saben?

-.

Sacó el móvil y llamó a Taiju, le agarré el brazo y forcejeé para que colgara pero no funcionó.

-¿Taiju? ¿Qué es eso de que Hanabi se queda en vuestra casa?

-Mitsuya cuelga- pedí moviéndole el brazo.

-¿Y no se te ha ocurrido preguntarme?

Eso es más una pregunta para Hakkai.

-Estará más en peligro si ve que también tiene relación con Hakkai, y aún más si la Black Dragon mete sus narices. ¿Quieres problemas con Mikey y el gilipollas de Kisaki? ¿No sabes lo qué le hicieron a una conocida de Baji?

Taiju le contestó algo pero no Mitsuya no respondió, tras una larga pausa colgó sin despedirse y guardó el móvil mirándome con el ceño fruncido.

-No me mires así- pedí intimidada.

Relajó la cara y suspiró volviendo a rodearme la cintura.

-Mírame a los ojos y dime que no tengo razón.

La preocupación se leía en su mirada, y como no recibió respuesta de mi parte miró el reloj del pasillo.

-Tengo que coger los libros.

-Te acompaño.

Le agarré la mano y me sonrió. El resto del tiempo se la pasó dibujando, supongo que bocetos del vestuario que le quedaba por hacer porque estaba concentrado. Y entonces recordé que no había hecho ningún cartel avisando de nuestra relación como había pensado, pero teniendo en cuenta la situación actual era mejor no arriesgarse.

TRAS EL TELÓN - MITSUYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora