𝟮𝟰. 𝗠𝗘𝗡𝗧𝗜𝗥𝗔𝗦 𝗣𝗜𝗔𝗗𝗢𝗦𝗔𝗦

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— Señora Peña — mencionó una de las enfermeras al mirarla de pie — No puede estar de pie todavía — se apresuró a correr hacia ella, notando la mirada perdida de esta

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— Señora Peña — mencionó una de las enfermeras al mirarla de pie — No puede estar de pie todavía — se apresuró a correr hacia ella, notando la mirada perdida de esta.

— ¿Cómo me llamó? — preguntó aturdida, mirándola por primera vez. Su rostro lucía pálido y su sentido de orientación no era el mejor.

— Por favor, recuestese  — sugirió, obligándola a recostarse en la cama — Su esposo ha estado muy preocupado por usted. Todos los días ha venido a la misma hora — esta no pudo evitar mirarla confundida — Se ve que la adora.

Sin más, esta salió del lugar, luego de hacer el chequeo matutino y comprobar que todo estuviera bien.
La habitación quedó en silencio, aquello le molestaba de sobremanera, haciéndola sentir asfixiada.
Miraba cada detalle del lugar, el color opaco, le producía nostalgia y los cuadros que adornaban este, le brindaban una sensación extraña.

— Hola... — escuchó una voz a lo lejos. Esta sonaba tan calmada pero a la vez tan imponente. Se dejo guiar a través del sonido, mirando a un hombre de cabello negro. Al encontrarse con sus ojos, no pudo evitar sentir una extraña sensación recorrer su cuerpo, junto a este pudo notar la presencia del médico — ¿me recuerdas? — preguntó acercándose a ella. La chica negó con la cabeza, manteniéndose alerta a sus movimientos, algo que sin duda, Javier notó.

— Hasta ahora es normal que se sienta confundida y no poder recordar, le hará sentir inestable. La inflamación aún sigue presente, esto afecta directamente al sistema límbico. Hasta que la inflamación no reduzca, probablemente la amnesia continúe.

— ¿De cuánto tiempo hablamos?  — preguntó Javier mirando a la chica.

— Semanas, meses, en el peor de los casos, años — comentó este — Isabella...

Lina se encontraba perdida entre sus propios pensamientos, sin prestar atención al llamado del médico. El pelinegro solo se limitaba a mirarla.

— Isabella — este alzó la voz con algo de fuerza, provocando que reaccionara.

— Es preferible evitar este tipo de tono. Aún no sabemos cuán grave fue el impacto que sufrió, por lo que, cosas como estas, podrían desencadenar una crisis — Javier asintió, no sin antes disculparse — Isabella, es toda una fortuna que estés con nosotros. Le daremos de alta pero eventualmente tendrá que asistir para evaluar su estado — la chica sonrió ligeramente — Los dejaré solos.

Javier tomó el sillón que se encontraba en la esquina y lo acercó hacia la camilla de esta. Lina no pudo evitar sentir un extraño hormigueo recorrer su cuerpo hasta alojarse en su pecho.
Sin previo aviso el pelinegro tomó sus manos, haciéndola sobresaltar.

— Li... — este la miró con los ojos humedecidos — Isabella... — pronunció acunando su rostro entre sus manos — No sabes cuán feliz me siento. ¡Mi amor, por fin estás despierta! No volveré a dejar que nada malo te suceda, ¿sí? — esta asintió levemente  pero al ver la proximidad de su cuerpo, retrocedió.

— Entonces, ¿eres mi esposo? — murmuró, como si aquellas palabras le robaran el aliento. Este asintió — ¿Por qué no puedo recordarte? — preguntó.

— Supongo, por el accidente... — Confesó — pero ya no hablemos de eso. Pronto estarás dada de alta y nos iremos a casa. Si quieres, puedes descansar, yo me quedaré aquí, por si me necesitas. No me iré a ningún otro lado, no te dejaré sola, de nuevo.

— ¿Qué sucedió esa noche? — preguntó esta. Javier la miró, antes de suspirar pesadamente.

— ¿Qué noche? — preguntó, fingiendo demencia.

— Del accidente — comentó apresurada.

— Nos habíamos encontrado, luego del trabajo. Pero, me llamaron para regresar de emergencia y tuve que mandarte a casa — Lina lo miró con detenimiento mientras Javier parecía querer arrancarse el alma — Fue mi culpa que te sucediera esto... — la chica frunció el ceño, mirando el remordimiento en su rostro — De no ser por mi, si yo te hubiera llevado a casa, tú estarías bien — en aquel momento, la ilusión de Lina, tras las rejas, se implantó en la mente de Javier, causándole un escalofrío.

— No creo que... haya sido tu culpa — comentó con una sonrisa tímida, logrando reconfortar al pelinegro — ¿En qué trabajas? — preguntó.

— Trabajaba como policía pero, tuve que dejarlo.

— ¿Por qué? — aquello hizo que Javier meditara, ¿cuánta información era suficiente para que Lina quedara satisfecha? Pero sobre todo, ¿cuán peligroso sería contarle uno que otro detalle?.

— Consumía mi tiempo y no podía cuidarte como debía. Más en tu estado, venir aquí solo era esperanza.

— Lamento interrumpir. Hola Isabella, preciosa. Me alegra saber qué te encuentras mejor — comentó su enfermera — y más aún que podrás regresar a casa, ¿no te emociona?.

Esta asintió con timidez.

— Parece que no eres una chica de muchas palabras — con delicadeza fue retirando cada máquina conectada a su cuerpo — Pero espero que tu apuesto esposo haya obtenido mucho más que yo — Aquello hizo reír a Javier. Lina no pudo evitar ruborizarte ante aquel comentario — Veo que el color se está apoderando de tu rostro — Esta se giró hacia el pelinegro — Tiene una esposa muy linda, señor Peña.

— Sí, no tengo la menor duda — comentó mirando a la chica.  Esta rió nerviosamente.

— Necesitaré que me ayudes para vestirte
— mencionó la enfermera, a lo cuál, Javier intervino.

— Puedo hacerlo — ambas lo miraron, sin embargo, Lina mantenía el ceño fruncido — Solo sí quieres... — esta asintió levemente mientras la enfermera les daba un momento de privacidad — No tienes por qué temer. Nunca te haría daño.

— No es eso... solo, es extraño que me ayudes a vestime — Javier rió ante ello.

— Cariño, te he mirado de todas las maneras posibles, vestirte me resulta algo bastante sencillo y desvestirte aún más — El rostro de Lina adquirió un color rojizo, Javier soltó una carcajada antes de disculparse por tal comentario — Solo quiero protegerte — mencionó acariciando su mejilla luego de terminar de vestirla. La proximidad de sus cuerpos le resultaba bastante cómodo a la chica — Y quiero que estés a salvo — confesó antes de besar sus labios por primera vez. Lina se tensó al sentirlos pero tal vez fue aquella sensación agradable que este le producía, que no pudo evitar aceptarlos gustosa — Solo quiero recuperar el tiempo perdido... — mencionó por último antes de juntar sus frentes y abrazarla como si su vida dependiera de ello.

 — mencionó por último antes de juntar sus frentes y abrazarla como si su vida dependiera de ello

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𝙏𝙃𝙀 𝘿𝙀𝙑𝙄𝙇 ── 𝘑𝘈𝘝𝘐𝘌𝘙 𝘗𝘌Ñ𝘈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora