El aroma a cigarrillo invadió sus fosas nasales, tan solo eran las siete de la mañana cuando encontró a Steve fumando; y eso solo significaba una cosa, que todo estaba jodido.
Sus pasos se volvieron apresurados al divisar varios documentos en su escritorio.— ¿Qué pasa? — preguntó Javier al ver la expresión cansada de su compañero. Este simplemente señaló los documentos mientras frotaba su rostro en señal de cansancio.
— Esto no nos sirve de nada — Confesó.
— ¿Averiguaste algo sobre Catalina García?
— preguntó Javier con esperanza.— Ella no figura con Escobar, no hay nada que la vincule a él — aquello le pareció extraño.
— Eso es imposible — comentó Javier mientras azotaba las manos en el escritorio
— corremos en círculos y no obtenemos nada.— Toda la información interesante, Escobar la incendió. Tendremos que vigilarla — comentó Murphy mientras tomaba la foto de la chica — Si está vinculada, entonces nos llevará directo a él — comentó por último antes de colocar su fotografía en aquella pizarra improvisada.
Javier no evitó acercarse junto a Murphy, sintiéndose impotente al no obtener una pista fundamentada para atrapar a Escobar. Su mirada se centró en aquella chica, el color de sus ojos era jodidamente hipnotizante y la forma en la que se desenvolvía, maravillaba a más de uno; y justo ahí, se le ocurrió la idea más descabellada.
— ¿Steve? — llamó a su compañero — ¿Y si consiguiera la forma de adentrarme a su mundo? — preguntó mirándolo.
— ¿A qué te refieres? — preguntó este apoyándose en el escritorio.
— Si queremos atrapar a Escobar, entonces, debemos comenzar con ella — mencionó Javier mientras señalaba la imagen de Catalina.
Steve negó con la cabeza, aquella idea era arriesgada y sin nada en concreto pero sabía que cuando Javier tenía una idea, era muy difícil hacerlo cambiar de opinión.
Horas más tarde, Javier se encontraba a las afueras del club. Inhaló por última vez su cigarrillo antes de arrojarlo al suelo y apagarlo. Con un movimiento de cabeza, saludó al guardia de seguridad, quien lo dejó adentrarse. Podía sentir la mezcla de olores y el ruido de la música inundar sus oídos.
A lo lejos miró a la multitud de chicas, con pasos lentos, se acercó a estas. Tratando de encontrar a aquella mujer de cabello negro. Miraba cada cara, facciones, ojos, pero ninguna coincidía con ella.
Intentando conservar la calma, caminó alrededor, aún consideraba que era temprano, el club ligeramente se encontraba lleno. Por lo que, si ella frecuentaba aquel lugar, lo haría a altas horas de la noche o al menos, eso creía.
Sintió unas manos alrededor de sus hombros, conocía aquel aroma a kilómetros de distancia, por lo que sonrió ligeramente. Al menos, tendría compañía mientras esperaba encontrar a la susodicha.Lamentablemente para Javier, esperar era uno de sus tantos defectos.
La madre de Lina siempre le enseñó que mentir nunca la llevaría a nada bueno. Tal vez aquello era cierto, pero mentir se había vuelto un hobbie y una habilidad para sobrevivir.
Los gemidos de aquel hombre le hacían sentir más asqueada que extasiada. La forma en la que este tocaba su cuerpo sin pasión, le hacía vivir una completa tortura.
Preguntándose por qué había elegido ese castigo.— ¿Te gusta la forma en la que te lo hago?
— Preguntó Pablo mientras la aprisionaba contra la cama y embestía con fuerza.
La posición en la que Lina se encontraba le hacía sentir tan vulnerable y expuesta. Los movimientos rápidos y torpes de Pablo solo le hacían desear estar en cualquier otro lugar que ahí.Ni siquiera sabía cómo había aguantado tanto tiempo la abrupta forma en que Pablo la tomaba. En ocasiones, habían buenos momentos, momentos en donde no se sentía tan sucia y repugnante pero habían otros, en donde deseaba estar bajo tierra. Catalina se había convertido en aquel objeto en el que Pablo se desquitaba cuando algo no salía como él quería.
— ¡Oh, Pablo! — jadeó fingiendo placer pero no pudo evitar sollozar por lo bajo ante la rudeza de sus movimientos. Sintiendo las manos de este presionar su piel ante su pronta venida.
Este tomó su cabello y tiró de él para acercarla.
— Me encanta cuando gimes... — murmuró antes de besarla a la fuerza.
Sus movimientos se volvieron más rápidos mientras aseguraba a la chica entre sus brazos y tocaba descaradamente su cuerpo.En cuestión de segundos, Lina sintió un escurridizo líquido caliente, acumularse en su espalda baja.
Pablo no pudo evitar propinar un golpe en sus glúteos.— Para la próxima, la quiero más flojita, mi Lina — mencionó este tomándola de las mejillas y provocando un dolor en ellas — No me defraude — sin más, la soltó, haciendo que esta cayera de nuevo en la cama, Pablo salió de la habitación luego de estar completamente vestido.
Cuando Lina consideró que se encontraba sola, no pudo evitar tomar una manta para cubrir su cuerpo. Con esta también ahogo su llanto al sentirse sucia por lo que había acontecido minutos atrás.
Una extraña sensación de vacío invadió su cuerpo y la repulsión se apoderó de su mente. Torpe pero agresivamente intentó sacar todo rastro de su cuerpo.
Con brusquedad, limpió los besos de Pablo, esparcidos por todo su cuerpo.
Tomó entre sus manos aquella manta y la colocó en su rostro, pegando un grito desconsolador como si su vida dependiera de ello.Aquella forma de vida, no era forma, ni mucho menos vida.
Extrañaba a su madre, como a su antigua vida. Catalina se sentía perdida, sin rumbo ni propósito. Todos sus deseos le habían sido arrebatados y; el dolor y agonía se habían sembrado en su interior.
Considerando su única salvación el descanso eterno.
Y tal vez aquello era lo que más añoraba, sentirse en paz.
Si solo eso, la haría volver a encontrarse con su madre.
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𝙏𝙃𝙀 𝘿𝙀𝙑𝙄𝙇 ── 𝘑𝘈𝘝𝘐𝘌𝘙 𝘗𝘌Ñ𝘈
أدب الهواة❝ 𝘈𝘮é 𝘺 𝘢𝘮é 𝘺 𝘵𝘦 𝘱𝘦𝘳𝘥í. ❞ ━━━━━━━━━━━━━━ 𝘘𝘶𝘦𝘳𝘦𝘳 𝘺 𝘢𝘮𝘢𝘳 𝘴𝘶𝘦𝘭𝘦𝘯 𝘶𝘵𝘪𝘭𝘪𝘻𝘢𝘳𝘴𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘪𝘯ó𝘯𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘳𝘦𝘧𝘦𝘳𝘪𝘳𝘴𝘦 𝘢 𝘭𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘭𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘳𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘭𝘦𝘴, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘭𝘢 𝘥𝘪...