𝟮𝟭. 𝗟𝗢𝗥𝗥𝗔𝗜𝗡𝗘

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( Laredo,  Texas )

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( Laredo,  Texas )

El clima cálido, en ocasiones, resultaba frustrante y antipático.
Y aquello, Javier no lo podía negar.
Trabajar lejos de Colombia había complicado demasiado las cosas. Aunque este no lo confesara, extrañaba el ambiente pero sobretodo, la acción.

— Debes apurarte, Javier. Ya casi es hora para irte... — este miró la expresión de desagrado en su padre, Don Chucho.

— ¿Qué te incómoda? — preguntó el pelinegro, sabiendo que su padre solo le daría vueltas al asunto y no llegarían a ninguna conclusión.

— ¿Quieres saberlo, de verdad? — preguntó arrojando a lo lejos una de sus herramientas. Aquello alertó al hombre, sin embargo, asintió mientras se cruzaba de brazos — No me parece correcto lo que has hecho. Traer a esa joven aquí. Sabiendo todo lo que ha hecho. Aquí, en mi hogar.

Javier soltó un suspiro.

— Ella no hizo nada malo — comentó.

— ¿No es malo relacionarse con narcotraficantes? — preguntó su padre sorprendido — pensé que aborrecías ese mundo.

— Si lo que deseas es que yo me marche, entonces me iré... — su padre rió negando con la cabeza.

— Esa chica solo te causará problemas.  No me gustaría escuchar como te vuelves presa de ellos.

— No va a suceder.

— El hombre propone, Dios dispone, y el diablo descompone — mencionó este antes de alejarse de Javier.

El pelinegro se mentiría si dijera que ya no se encontraba alerta. Cada día al despertar, sentía en el pecho, aquella sensación de que alguien lo vigilaba y a pesar de que todo se mantenía sereno y tranquilo, su conciencia parecía burlarse de él.

Despejó aquellos pensamientos, no quería darle la razón a su padre, por lo que tomó sus cosas y caminó hacia la casa.
Este se sentó en el sillón por unos momentos.

Dejar su vida en Colombia resultó más difícil de lo que imaginó.
Y aunque este decidiera adaptarse, no lo conseguía.
Había pasado ya una semana desde su salida de Colombia, siendo extremadamente cauteloso para escapar.
La poca mejoría de salud de Lina dificultaron las cosas, resultaba difícil transportarla en aquellas condiciones de un país a otro.
Por lo que necesitaron de muchos contactos para lograrlo.

Su tiempo parecía consumirse en ello, el trabajo, Lina, su padre, Lina, su padre y el trabajo. Un bucle que parecía no tener fin.
Mientras que la salud de Lina, se encontraba en las mismas.
Ni siquiera los mejores médicos de Laredo podían hacer algo, resultando que, aquello solo dependía de Lina.

— Hola, Javi — mencionó Lorraine. Este se levantó del sillón apresurado y sintiéndose nervioso. Claro estaba que aún se sentía culpable por lo sucedido con la mujer, proponerle matrimonio y luego dejarla de un día para otro, a cualquiera quebraría.

— Lorraine... — murmuró antes de tragar en seco. El nerviosismo en su cuerpo era evidente, sobretodo cuando este, con frecuencia se rascaba la nuca.

— Tranquilo. He venido por tu padre. Sé que le gusta la comida casera, así que he decidido traer un poco — el pelinegro vio el recipiente en sus manos mientras esta se inclinó para entregárselo — Supimos de tu regreso. Deberías pasar a saludar a todos, te extrañan — aquello pareció producir una sensación en su cuerpo.

— ¡Javier! Es tarde, Catalina... — este guardó silencio al ver a la rubia mirando a su hijo con el ceño fruncido — Hola, Lorraine.

— Don Chucho, un placer verlo — comentó educadamente. Para luego escuchar un "lo mismo digo" — Yo... solo venía a traer esto. Así que, no les quito más su tiempo — mencionó sin dejar de mirar a Javier, quien miraba a su padre — me retiro.

— Te acompaño — procuró Javier antes de acercarse a ella.

El silencio fue relativamente incómodo. Javier en cada oportunidad tragaba en seco.

— Así que Catalina — mencionó Lorraine — debe ser muy importante para que hayas regresado aquí — Javier la miró a los ojos, sintiendo repulsión por el mismo — ¿Te puedo dar un consejo? No le hagas lo mismo que a mí — y sin más, se alejó de su hogar.

— No tengo tiempo para esto, padre — mencionó luego de un rato. Este alzó las cejas, restándole importancia mientras miraba a Javier correr a su habitación para ducharse.

El agua fresca le permitía ordenar sus ideas, aquello se sentía tan relajante que podía, y deseaba, pasar horas ahí, sin importarle nada.
La visita de Lorraine, sin duda lo tomó desprevenido, sintiendo una extraña presión en el pecho al recordarlo. Nunca fue completamente sincero con ella. Y recordar sus palabras, golpeaban en su mente, tan rápido que lograba desquiciarlo.

" No le hagas lo mismo que a mí " aquellas palabras hacían eco en su interior. Reflexionando incluso, que había hecho lo mismo con Lina y eso era algo que sin duda le carcomía.

Con temor y los ánimos por los suelos, caminó hacia el hospital. Siete días habían pasado desde que ambos habían llegado a Laredo, siete días en los que no lograba recuperar la paz.

No podía evitar sentirse culpable, realmente había estropeado todo y a pesar de querer convencerse, nada parecía calmarlo, ya que, él había puesto a Lina en esa situación.

— El cerebro aún sigue inflamado... — aquellas palabras se sentían como un feroz incendio arrasando con todo a su paso — ha disminuido muy poco y de seguir así, tendrá que ser declarada en estado de coma.

— ¿No hay algo que podamos hacer?
— preguntó al borde del colapso.

— Solo esperar — ante el nerviosismo, Javier había desarrollado el hábito de morderse el labio — o que suceda algún milagro... Sé que la situación no es la mejor pero hemos hecho todo lo que está en nuestras manos. Créame, si pudiéramos hacer algo más que sea exitoso ya lo hubieramos intentado.

— ¿Puedo pasar a verla? — preguntó enttecortadamente.

— Claro, señor Peña. Puede pasar a ver a su esposa — este sonrió ligeramente antes de pasar con la enfermera que lo alistaría para poder entrar.

Fingir la muerte de Catalina fue fácil pero sacarla del país, bajo aquel nombre resultaría imposible, sobre todo cuando era una de las personas más buscadas por toda Colombia.
Pero montar un funeral, fue extremadamente tedioso y agotador. Siempre estaría agradecido con Steve, este le había ayudado a pesar de las diferencias.

A lo lejos pudo mirarla, durmiendo pacíficamente. Podía notar algunas marcas que resultaron de aquel día.
Con delicadeza acercó su silla hacia la camilla para luego tomar su mano derecha con delicadeza.

— Lo lamento tanto, Lina... — murmuró entrecortadamente, a pesar de los días, Javier se seguía disculpando por ello — desearía poder corregir todo lo que hice. Desearía tenerte en mis brazos y besarte tan despacio mientras me miras con esa sonrisa.

Acarició su rostro con lentitud, sonriendo al recordar la expresión que la chica hacia ante sus caricias.

— Sigo arrepintiéndome de mis actos. Y no ver la mejoría en ti, me corrompe y destruye por dentro. Si yo pudiera, desearía estar en tu lugar — este besó lentamente el dorso de su mano — Y si tuviera enfrente a  Pablo, no dudaría ni un segundo en matarlo. Por favor, Lina, necesito que despiertes, te necesito...

Su última noche en Bogotá, fue la misma en la que sepultó a Catalina García y todo lo que alguna vez vivió con ella, para dejar nacer a Isabella Peña.

𝙏𝙃𝙀 𝘿𝙀𝙑𝙄𝙇 ── 𝘑𝘈𝘝𝘐𝘌𝘙 𝘗𝘌Ñ𝘈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora