𝙏𝙃𝙀 𝘿𝙀𝙑𝙄𝙇 ── 𝘑𝘈𝘝𝘐𝘌𝘙 𝘗𝘌Ñ𝘈

𝟮𝟮. 𝗖𝗛𝗜𝗩𝗢 𝗘𝗫𝗣𝗜𝗔𝗧𝗢𝗥𝗜𝗢

Como era de costumbre, Javier despertó de madrugada para ayudar a su padre.
El sol no favorecía mucho y el trabajo de ganadería consumía tiempo y esfuerzo.

— Hola, Javi — este miró en dirección hacia aquella voz, revelando a Lorraine con una sonrisa. El pelinegro sonrió de vuelta antes de dejar sus herramientas en el suelo y acercarse a ella — parece que es trabajo nunca termina — bromeó esta.

— Se hace lo mejor... — confesó — ¿necesitas algo? — preguntó educadamente. Esta asintió.

— Creo que me debes una plática — aquello hizo tragar en seco al hombre — y también, traje esto — comentó, señalando el recipiente de comida.

— No debes molestarte por ello — este lo tomó entre sus manos, agradeciendo en el transcurso, sin embargo, no pudo evitar una sensación extraña al sentir sus dedos rozar.

— Lo hago con gusto... — Javier se limitó a mirarla con una sonrisa — ¿me invitas a pasar? — preguntó con una sonrisa mientras recogía un mechón de cabello.  El pelinegro asintió para luego caminar a su hogar.

— ¿Quieres un vaso de agua? — preguntó este.

— ¿Aún sigues siendo pésimo para hacer café? — preguntó la rubia riendo.

— Solo lo hago como a mi me gusta — aquello sonó tan natural en sus labios que ni siquiera se dio cuenta la forma en que Lorraine lo miraba.

— Sí, lo tengo muy presente — comentó esta acercándose a él. Tomó la taza entre sus manos, sin despegar su mirada, Javier, quien miraba hacia algún lugar fijo en la habitación, no podía hacer más que sonreír.
Aquello hubiera pasado desapercibido, de no ser por la intensidad en sus palabras.

El pelinegro se removió de su lugar con incomodidad mientras la miraba prepara su café.

— Entonces, ¿estás casada? — preguntó con insistencia. La rubia lo miró por unos segundos antes de asentir — ¿Qué tal tu matrimonio? — este no hallaba un lugar donde sentirse cómodo, en especial, cuando sentía los ojos de la mujer seguirlo.