𝟭𝟰. 𝗘𝗡𝗖𝗨𝗘𝗡𝗧𝗥𝗢𝗦 𝗡𝗢𝗖𝗧𝗨𝗥𝗡𝗢𝗦

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Lina podía sentir la música retumbar sus oídos, sin perder el tiempo comenzó a moverse lentamente al ritmo de la canción mientras se miraba al espejo, tratando de seducirse

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Lina podía sentir la música retumbar sus oídos, sin perder el tiempo comenzó a moverse lentamente al ritmo de la canción mientras se miraba al espejo, tratando de seducirse.

Aquel conjunto rojo que adornaba su cuerpo le hacía lucir excitante.
Esta tocaba su cuerpo con delicadeza, sintiendo la lujuria recorrer por cada centímetro de su piel.
Aunque quisiera negarlo y ser modesta, era como mentirse a si misma. Lina sabía lo que Dios le había concedido pero el Diablo le había enseñado cómo utilizarlo.

Con delicadeza posicionó aquel labial rojo en sus labios, resaltandolo el grosor de estos para luego sonreír. Esta se miraba reluciente, tan celestial.

Miró el reloj, marcaban las diez de la noche, por lo que una sonrisa apareció en su rostro antes de tomar el teléfono.

El sonido de la llamada lograba inquietarla, ni siquiera sabía por qué se encontraba tan ansiosa, solo sabía que lo necesitaba.

— ¿Hola? — preguntaron al otro lado de la línea.

— Hola — mencionó con voz profunda. Aquello hizo que la persona enfrente sintiera escalofríos.

—  Lina... — aquello último, se entremezcló entre un susurro y gemido.

— Javi... — Una sonrisa apareció en su rostro.

La droga es conocida por ser una sustancia altamente adictiva y así lo sentía Javier, la única diferencia era Lina, esta se había metido en su sistema, tan rápido y fuerte, que ni siquiera el mismo podía controlar sus impulsos.

No podía negar cuán nervioso se encontraba, considerando incluso las palabras de Steve " un adolescente enamoradizo ". Las manos le temblaban, su pecho subía y bajaba con intensidad, con fuerza tomaba el volante del auto, asegurándose de no volcarse en el proceso.
Lina lo había citado en su casa. Algo que sin duda lo mantenía tenso, este se arregló lo más rápido para ir donde la chica, sin importar que minutos antes el sueño comenzaba a dominarlo.

Y ahí la miró, con una gabardina roja y un labial intenso, este no pudo evitar jadear, sintiendo su respiración aumentar y sus sentidos alterarse.
Esta sonrió antes de que Lina abriera la puerta, acto que le tomó desprevenido ya que, este se consideraba caballeroso.
Tal vez era su perfume, su vestimenta o aquel labial rojo, que no podía mantener su vista lejos de Lina.
La chica se acercó a él lentamente, permitiendo que este se perdiera en su aroma, antes de besar su mejilla, dejando una mancha roja.

— ¿A dónde iremos? — preguntó este aclarando la garganta. Lina lo miró a los ojos, de una forma sedienta. Esta se acomodó en su asiento mientras indicaba el camino. Javier torpemente asintió antes de emprender el camino. El pelinegro se detuvo en un semáforo, poniendo sus ojos en Lina, quien se encontraba encendiendo un cigarrillo.
La lujuría fue más grande que su sensatez, que en cuestión de segundos, Javier se encontraba fantaseando con los labios de Lina.

— Javi... — mencionó esta desconcertada ante el claxón del otro auto.

Javier salió de aquel trance, mostrando la mano en señal de disculpa.

— ¿Aquí es? — preguntó el pelinegro confundido al ver absolutamente la nada. Antes de que pudiera decir algo más, Lina había impactado sus labios en él. Tal vez era la audacia de la chica, que su cuerpo se encontraba encima de este, aprisionándolo contra el asiento mientras sus manos pecaminosas recorrían su camisa, en busca de piel. Esta se detuvo por un momento, mirando el desastre que había dejado en los labios de Javier, algo que sin duda, le agradaba.

— Quiero... — murmuró Lina, antes de que pudiera continuar, las manos de Javier destacan el nudo de la gabardina, dejando al aire, aquel conjunto rojo. El pelinegro no pudo evitar tragar en seco, sintiendo leves punzadas en su virilidad. Esta con delicadeza retiró la prenda, permitiendo que Javier admirara a detalle.

Lina se acercó a este lentamente, hasta sentir sus alientos chocar, parecía que los sentidos del pelinegro se habían adormecido, por lo que simplemente podía admirarla con adoración. Esta dejó un caliente beso, antes de escabullirse al asiento trasero. Javier miró su actuar, sintiendo la molestia en sus pantalones, en especial, cuando esta reveló la ropa interior a juego.
El cuerpo del hombre comenzó a experimentar el aumento de temperatura, por lo que se deshizo tan pronto de su chaqueta, revelando la camisa blanca acorde para luego acompañar a Lina en el asiento trasero.

Este no pudo evitar sentir las repentinas punzadas ante los movimientos sutiles de la chica, quien sonrió al mirar la tensión en el cuello de Javier y la visible rojez en su pie.
Con lentitud, Lina desabotonó la camisa de este, revelando su tonificado cuerpo y piel bronceada, un deleite para cualquiera.
El pelinegro, ansioso, buscaba sus labios, tan desesperado e irritante, la forma en la que Lina respondía ante él, le hacían creer que se encontraba al borde de la locura.

Lo miró a los ojos, buscando aprobación sin decir palabra alguna, este tragó en seco antes de asentir levemente, Lina se relamió los labios a medida que sus manos acariciaban su virilidad. Este soltó una serie de maldiciones, recargando la cabeza en el soporte. Ni siquiera podía comprender cómo Lina lo hacía sentir tan excitado y vulnerable al mismo tiempo pero sin duda, era algo que le gustaba.

En cuestión de segundo, Javier gemía si  parar mientras esta se deslizaba por completo. Las manos del pelinegro aprisionaban su piel, volviendola rojiza. El pelinegro se dejó guiar por sus movimientos, tal vez era la forma en la que esta gemía, que le hacía creer que se encontraba en el cielo. Mirarla, era lo único que deseaba. Esta tomó sus manos, depositándolas en sus pechos, ante ello, Javier masajeó, antes de atrapar una en sus labios. Su lengua hacía un recorrido por la aureola, provocando que esta tirara de su cabello y sus movimientos se volvieran más desordenados.

Poco a poco la temperatura comenzó a aumentar, dejando los cristales empañados. Esta besaba sus labios mientras tiraba de su cabello. Javier gemía ante su toque, sintiendo aquella sensación que recorría desde las plantas de los pies, hasta su virilidad. Este la tomó con fuerza, apegando su cuerpo al de ella, perdiéndose entre su cuello y apresuró sus embestidas. Lina recorrió su propio cuerpo antes de colocar dos dedos por encima de su clítoris,  Javier la miraba maravillado, le gustaba que Lina supiera cómo le gustaba. Podía sentir la acumulación golpeando la cabeza, este jadeó antes de aprisionar el cuerpo de Lina.

— Lo siento, cariño... — murmuró esta, Javier no pudo evitar sentir un escalofrío ante sus palabras — Pero no puedes venirte
— aquellas palabras resultaron un insulto para Peña, quien sintió la ausencia de Lina.

— Pero... — intentó hablar, de no ser por la chica, quien lo calló con un beso. Este podía sentir la presión en su virilidad, rogando por alguna caricia o estímulo para su liberación.

— ¿No planeas  terminar aquí, ¿cierto? — Lina preguntó. Los ojos de esta, tenían un brillo sin igual, algo que no pasó desapercibido. Rápidamente arregló el labial corrido antes de pasarse al asiento del piloto y encender el auto — Aún no hemos acabado, cariño.

 Rápidamente arregló el labial corrido antes de pasarse al asiento del piloto y encender el auto — Aún no hemos acabado, cariño

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𝙏𝙃𝙀 𝘿𝙀𝙑𝙄𝙇 ── 𝘑𝘈𝘝𝘐𝘌𝘙 𝘗𝘌Ñ𝘈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora