𝟭𝟱. 𝗣𝗘𝗦𝗔𝗗𝗜𝗟𝗟𝗔

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Los encuentro entre Javier y Lina se habían vuelto tan comunes y frecuentes

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Los encuentro entre Javier y Lina se habían vuelto tan comunes y frecuentes. La forma en que sus cuerpos parecían compaginar y pedir más, solo eran un recuerdo de cuánto deseo se tenían. Desde aquella noche, ambos mantenían relaciones mañana, tarde o noche, convirtiéndolo en una pequeña aventura donde el único objetivo es el placer.

Lina, quien se disponía a salir de casa para un nuevo encuentro con Javier, se detuvo en seco, al mirar a la persona frente a ella. Su rostro se contrajo, sus ojos se nublaron y su cuerpo se tensó por completo.

— ¿Me extrañaste, Lina? — preguntó Pablo con una sonrisa malévola.  La respiración de la chica se agitó al grado de levemente hiperventilar —  ¿Pensaste que te había dejado libre? — los dedos de Pablo acariciaron su mejilla. A medida que el tiempo transcurría, Lina no pudo evitar sentir repulsión ante su tacto — ¿A mi puta?.

Una presión  se esparció desde su pecho hasta el resto de su cuerpo.

— ¿No me invitas a pasar? — preguntó este, Lina miró, rápidamente, el interior de la casa, negando repetidas veces.

— Paola está aquí... — mencionó con voz temblorosa, aquello era mentira pero lo que menos quería era que Pablo se adentrara al único espacio que ella tenía sin ser de su propiedad, mientras Pablo le regalaba una mirada cautelosa — No quiero que escuche nada — El rizado suspiró pesadamente y con la cabeza señaló el auto, Poison, la miró con semblante triste — Está bien... — dio un último vistazo a su casa, antes de cerrar y caminar hasta el auto.

— Vamos, mi Lina, no sea tan seria conmigo — comentó este impidiendo que se adentrara al auto. La diferencia de estatura era evidente, por lo que Pablo se inclinó hacia ella para besar sus labios. Esta se tensó, sintiendo náuseas en el estómago al sentir su tacto. La forma tan cruel y ruda en que este la tocaba.

Lina sonrió forzosamente, algo que pareció convencerlo, dejándole libre el camino.
El sonido de la radio era lo único que podía escucharse, sentía la mano caliente de Pablo acariciar gustosamente su entrepierna.
La chica intentaba mantenerse fría, sin mostrar debilidad o sentimentalismo, a Pablo le molestaba de sobremanera, volviéndolo tan irritante y posesivo.
Esta concentró su vista en el paisaje, mirar las calles desoladas solo le producía dolor, Colombia había cambiado en pocos años y la razón llevaba nombre y apellido.

𝙏𝙃𝙀 𝘿𝙀𝙑𝙄𝙇 ── 𝘑𝘈𝘝𝘐𝘌𝘙 𝘗𝘌Ñ𝘈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora