Capítulo 36 | Ganar o perder.

18 8 0
                                    


—¿Este o este?— preguntó Julianne, señalando los dos vestidos.

Levanté la vista de los demás vestidos que habían y una sonrisa se posó en mis labios cuando vi el vestido que llevaba en su mano izquierda.

Y si se lo preguntaban, si, estábamos viendo vestidos de novia.

Ella y yo habíamos decidido –y porque desde pequeñas teníamos esa idea– comprar el vestido nosotras dos. Nos encontrábamos en un lugar donde vendían vestidos de novia de máxima cualidad y que costaban todo un paston, nos había traído un chofer que Nicolás contrató para nosotras, si. Idea de Nicolás.

Agradecía mentalmente tener la tarjeta dorada que Nicolás había dispuesto para mí, no era amante al dinero, tampoco lo necesitaba, pero cuando tienes un novio millonario y exigente las cosas se vuelven un poco diferentes.

Volviendo a lo interesante. Aquí estaba yo, frente a mi Mejor Amiga y con la mirada puesta en un hermoso vestido blanco que sostenía la pelirrubia. Era largo y hermoso, llevaba un escote de corazón y pedrería sobre el mismo, también tenía una apertura en el lado derecho de a pierna y era descubierto en la espalda. ¿Enserio era un vestido de boda?

El otro vestido no estaba para nada feo, pero simplemente a el que le había puesto el ojo era una belleza súper, súper encantadora.

—Este me encanta— dije tomándolo delicadamente para observar todo en el: textura, tela, color, olor...

—¿Nos lo llevamos? —preguntó mi Mejor Amiga, viendo el vestido igual de fascinada que yo.

—¡Por supuesto! —sonreí— Vamos a la caja registradora.

Caminamos por los pasillos hasta llegar a la caja donde se encontraba una chica de pelaje corto, súper corto.

—Nos llevamos este. —Anunció Julianne dandole su mejor sonrisa a la chica. Ella nos miro expectante.

—Excelente elección, pero antes, déjeme ayudarlas a elegir un buen calzado para aquel vestido, además de la talla perfecta.

Julianne y yo nos miramos, y asentimos al mismo tiempo, emocionadas.

—Presupuesto o infinito? —preguntó la empleada.

—Infinito. —respondí hostil.

Ella nos llevó hasta los vestidores, me indicó que entrará en uno de ellos para que pudiera medir la talla del vestido. Ya adentro, ella entró conmigo y me ayudó a probarme el vestido, mientras que Daniela se encontraba hablando por teléfono con quien supongo era Daniel, su novio y hermanastro de mi prima Daniela.

El vestido subió y se acomodó a la perfección sobre mi cuerpo, agradecía mentalmente tener el cuerpo que tenía, ya que al ser pequeño siempre me era fácil caber en ciertos lugares y atuendos.

Al verme en el espejo, la chica pareció estar admirando un dulce, por ejemplo, como aquellas niñas pequeñas que ven los chocolates y es como si estuviesen viendo las estrellas. No soy muy buena dando comparaciones, pero algo es algo.

—Disculpe el atrevimiento, pero yo que fuera usted, señorita, me llevara este vestido. —abrió los ojos de par en par y volvió a mirarme.

—¿Porqué lo dice? —Pregunté confundida.

—Por que si le soy fielmente sincera, este vestido se ve súper hermoso en usted, y dudo que haya otro que se vea tan, pero tan realmente hermoso cómo este.

—¿Tan bien me queda?

—Muy bonito le queda, ni parece real... más bien, usted parece una de esas princesas de Disney o otra cosa, parece una muñeca de porcelana delicada.

EL DESORDEN DE LA LLUVIA. #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora