Capitulo 26 | La gran Noticia.

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Nervios.

Calor.

Mucha, calor.

La sonrisa en los labios de mi madre se enganchó, haciéndome sonrojar y ocultar mi rostro un rato en los brazos de Nicolás.

---¿Es cierto eso, cariño? ---Dijo mi madre toda emocionada.

Asenti. Levanté mi dedo anular y le enseñé el hermoso anillo de oro con pedreria. Mi madre chillo contenta, sacudiendo a mi padre de la camisa.

Joder.

Está mas contenta que yo, que soy la que me caso. Literalmente.

Mi padre sonríe al ver la acción de mi madre, asi que me pongo seria y le pregunto.

---¿Que opinas tú, padre? ---me atreví a preguntar, ya que no lo vi opinar al respecto.

---Pues la verdad, hija... ---empezó diciendo, algo que aumentó mis nervios. ---Conozco a Nicolás, eh trabajado con su família, se que es un buen muchacho, inteligente y se ve muy bien. ---Su última frase me hizo sonreír.

《Sé que no eres una bebé ya, aunque lo quisiera asi; debo dejarte crecer, ser libre e independiente y si decidiste casarte a tus 18 años lo entiendo, de verdad lo entiendo. Además yo me casé con tu madre cuando ella apenas tenía 16... ---Todos sonreimos al unisonido ante su ultima frase. ---Siempre que me necesites estaré aqui para ti, por que eres mi pequeña, mi lucecita, no dejaría que ningún o ninguna gilipollez te marque y te deje rota por segunda vez. ---Sabía a lo que se refería--- ... Aunque me duela soltarte debo hacerlo por que si de verdad amas a este muchacho, no me opongo en tu felicidad, por primera vez te dejaré ser feliz sin ningún obstaculo posible.》

Sus sabias palabras me haven enorgullecerme de tener a este señor como mi padre, sentí como una lágrima se deslizó por mi mejilla hasta desaparecer por mi top. Nicolás acarició mi espalda, me levanté y volví a abrazar a mis progenitores a ver si podían desaparecer mis nervios. En vano.

---Yo... ---Tartamudee. ---Los quiero mucho.

---Nosotros te queremos más, pequeña Lii. ---Mis padres arrastraron a mi pelicastaño en este profundo y cálido abrazo. Me sentía como debería sentirme, en família.

---Prometo hacer a su hija muy felíz, señor Liam. ---Habló mi novio, con una tímida sonrisa.

---Confío de que asi será. ---Mi padre apretó su espalda.

Nos separamos y volvimos a nuestros asientos.

---¿Y piensan tener hijos? ---Pregunto mi mamá.

Bufé. Nicolás sonrió abiertamente.

---Pensamos. ---Dijimos los dos al unísono.

Piensa el, a mi todavía me asusta la idea. Pensé.

Si, pero no te asustan otras cosas. Dijo mi consciencia.

Cállate metiche. Reproche.

Mi padre alzó una ceja, algo divertido, y debo admitir que era primera vez que no lo veía tan estricto en toda mi adolescencia. Me sorprendímucho mas al momento de escucharlo decir lo siguiente.

---¿Y para cuándo sería esa fecha? ---Frunci el ceño. Mi padre se aclaró la garganta. ---¿Cuándo me darán un nieto?

Ataque de nervios, ataque de nervios.

No podía articular ni una sola palabra, estaba atónita, confundida, feliz tal vez. No podía creer que mi padre estaba feliz por la idea de que en un futuro sería abuelo.

---Pronto suegro. ---Esta vez habló Nicolás, por instinto le di un leve golpe en el brazo y el carcajeo.

---¡¡¡NICOLÁS!!! ---Chillé y él empezó a reir fuertemente.

Este chico me saca de mis casillas, me provoca canas verdes.

[***]


Todos en la sala rieron y empezamos a hablar de los preparativos, de dónde era que se celebraba la boda, las fechas, ¡y hasta de la luna de miel hablamos!

 Llegó un momento en el que tuvimos que tomar camino de vuelta ya que era muy tarde y en algunas horas nos tocaba volver a España, nuestro vuelo, entonces me despedí de mala gana de mis padres ya que no quería irme; quería quedarme junto a mis padres ya que extrañaba mi papá, mi papá no siempre estaba en la casa entonces yo quería aprovechar ese momento.  De Romero algunas lágrimas como niña caprichosa y mimada que soy, luego nos despedimos de mis padres y tomamos camino de vuelta a Florida.

 El camino de vuelta a Florida fue largo y consumidor, eran más o menos dos horas de vuelta y pues nos paramos en un McDonalds para comer, aunque a Nicolás no le gustaba la comida chatarra, tuve que obligarlo para que no conduzca con el estómago vacío.

  Nicolás hizo una parada, y me había comprado cosas y dulces que no llegué a comer ya que me había quedado dormida en el trayecto del camino.  Cuando me desperté inhale profundo, vi que ya estábamos en Florida y suspiré emocionada.

 Cuándo llegamos al hotel ya eran mediados las siete de la noche, entonces puse mano dura para arreglar algunas cosas que me faltaban en mis maletas y ayudar a Nicolás con las suyas, también empacando algunas cosas que habíamos comprado por el camino.

 Sonreí satisfecha, me senté en el borde de la cama mirando a Nicolás con sumo cuidado y determinación.

—¿Que tanto me ves? — preguntó el pelicastaño, desabrochando su camisa y quedando en pantalónes solamente.

—¿No puedo mirar a mi futuro esposo? —dije con suma inocencia.

—Tienes razón, puedes mirar, pero no tocar. —dijo agachándose frente a mí.

—Piensas torturarme ¿no es así? —dije mirándolo fijamente, con sumo reto.

—Tal vez. —dijo tomándome del cuello, aún sin apretar su agarre en mi, mirando posesivamente mis labios. —¿Sabes porqué me controlo y no te hago mil cosas aquí, en esta cama, en mi hotel, en esta suite?

—A ver,  Ilumíname. —Sonreí cómplice.

—Por que en unas horas tenemos un vuelo y no quisiera, que todos vean a mi chica caminar coja a la hora de subir al avión, además, quiero que España nos de la bienvenida con una buena cojida. ¿No te parece?

¡Carajo!

¿Cómo era posible que unas cuántas palabras pudiesen causar tanta extasía? 

Porque claro, Nicolás tenía un porte de chico malo junto con una mirada intimidante y posesiva. ¿Pero su vocabulario? Era más intimidante que él mismo. 

—Entiendo. —dije con la voz un poco ronca debido al entumecimiento de hace un rato. —¿Cómo acabas de llamarme? —pregunté curiosa, ya que en su comentario me llamó de forma muy cursi, y Nicolás no era para nada un chico cursi

—Mi chica. —acercó su rostro a mi oído para decirlo, luego se separó con una sonrisa.

—¿Y eso? —pregunté burlona. —¿No dijiste una vez que no te gustan los apodos cursis?

El me miró y sonrió.

—Lo dije, querida. —respondió. —Pero es es que eres tan tierna que me provocas ganas de romper todos mis límites, y bueno, no me gustan los apodos cursis, pero... ¿sabes cuáles son mis favoritos para nombrarte?

—¿Cuáles? —indagué, mordiendo mi labio frenéticamente.

—Dulzura, hermosa y... Mi chica.


EL DESORDEN DE LA LLUVIA. #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora