Cicatrices |Timothée Chalamet|

Cuarto recuerdo.

Tenía 13 años cuando mi padre me golpeó tan fuerte que me hizo una cicatriz en el muslo, mamá me ayudó a vendarla y curarla y me recomendó que mientras estuviera en la casa de verano de los Chalamet, no me descubriera esa parte del cuerpo para evitar preguntas.

Yo estaba muy enojada por ello, no podría salir al mar, ni estar en la piscina con esa enorme venda enredada en mi pierna.

Timothée había invitado a su grupo de amigos de la escuela y Pauline y yo lo odiamos, porque no podíamos jugar con esos desconocidos aquí, Marc nos había explicado con paciencia que no lo molestáramos tanto porque estaba entrando en una etapa dura para los jóvenes, algo así como pubertad. Si Marc hablaba de ese gran cambio solo porque Timothée encontró una fascinación por ver chicas en bikini, ponerse más perfume de lo usual y bañarse todos los días, bueno, yo deseaba que la pubertad nunca me llegara a mi.

Seguía molesta por la herida de mi pierna, sobre todo porque sentía que nunca había hecho tanto calor como ese día y pese a las insistencias de Pauline porque me lanzara con ella a la piscina, yo me quedé en un camastro leyendo un libro que Marc me había prestado de su gran biblioteca. Timothée me cubrió del sol cuando se plantó frente a mi, lo miré de reojo.

-¿Necesitas algo? -Intenté sonar más madura de lo usual, ya que me había dado cuenta que los chicas mayores eran las que más le gustaban a Timmy. Este sonrió y me sacó el libro de la cara, leyendo la portada.

-¿Qué haces ahí? Hay que meternos. -Sus amigos no andaban cerca, probablemente seguían dormidos. Vi como Timothée se quitó la camisa y descubrí un cambio de esa ridícula nueva etapa, tenía los hombros más anchos y se le marcaba algo así como una V que se perdía en su short.

-No puedo.

-Claro que puedes. -Sonrió como el niño que yo conocía al que le encantaba gastarme bromas y de un segundo a otro, ya me había cargado en sus brazos como si tuviera el peso de una pluma y se lanzó conmigo a la piscina. Me zafé de su agarre ahí dentro, empujándolo bruscamente por el ardor que sentí en la pierna al entrar en contacto con el agua con limpiador y cloro de la alberca. Dije una mala palabra, eso lo recuerdo bien y me apresuré hasta la orilla donde me senté para sacarme la venda. Sangraba.

Pauline y Timothée se miraron entre ellos y después me ayudaron a caminar a la sala de estar de la casa donde su madre, Nicole me ayudó a limpiar la herida y mandó a Marc a comprar pastillas para dolor. Estuve recostada en ese sillón el resto del día, viendo como los amigos de Timmy entraban y salían de la casa. Cuando empezaba a oscurecer y las actividades en el exterior ya no eran tan divertidas, él se acercó a mi con la cara seria.

-Perdón por lo que hice ¿Te duele mucho?

-Ya no tanto.

-¿Quieres ver una película? -Sonreí y asentí emocionada, le dejé un espacio libre en el sillón y prendió el televisor, el medicamento hizo su efecto y yo me quedé dormida con la cabeza apoyada en su hombro.