Timotheé Chalamet
Cuando llegué al lago el ambiente ya estaba a tope. Algunas chicas me sonreían al verme pasar y otros me saludaban desde lejos. En South mi popularidad había aumentado con los años, todos me recordaban como el hijastro del viejo adinerado Chalamet de North que un día llegó a su territorio creyéndose el dueño de la zona, le metieron una paliza y cuando creían que ya nunca más pisaría estos suelos por marica, regresó al día siguiente listo para más golpes.
Pero al parecer mi falta de raciocinio le agradó a los verdaderos dueños de esta parte del pueblo, me palmearon la espalda y me invitaron a tomar cerveza con ellos.
Con el tiempo nos hicimos más que colegas, ya no acudo a ellos para engrandecer mi ego, tanto ellos como los que me miran pasar saben que soy peor que cualquiera. Tengo su lealtad y su amistad y siento, que South es lo más estable que tengo en la vida. Tampoco es que sean unos hijos de puta, al menos no del todo. Justo ahora estoy riéndome de los chistes de Jay, el más joven de todos y el nuevo del grupo.
Me bebí el resto de la cerveza de golpe y encendí un cigarrillo. Se escuchaba la música resonando, pero también las risas de las chicas que caían al lago por su cuenta o porque algún idiota las lanzaba. Por un segundo alcancé a divisar una cabellera castaña igual a la de Pauline entre el cúmulo de gente, pero no podía ser porque antes de venir, me despedí de ella que comía palomitas mirando una película en el televisor de la sala de estar, traté de no ponerme paranoico y me concentré en la plática con los chicos, en fumar y en beber el resto de la noche.
Un par de horas después tenía a una chica sentada en el regazo mientras me susurraba cosas al oído, fingía que la escuchaba y de vez en cuando me reía o asentía con la cabeza. Se llama Arizona y es prima de Ben, uno de esos que me metieron la golpiza de mi vida aquella vez. A Ben nunca le ha importado lo que haga Arizona, pues ella ya es lo suficientemente mayor e independiente y sabe dónde se mete y lo que le meten.
-¡No! ¡Por favor no! ¡Bájame! -Una voz femenina gritando con toda su energía nos hizo girar la vista a todos en la misma dirección. En el puente de madera que se adentra al lago un chico llevaba cargando por encima del hombro a una pelirroja.
No hay muchas pelirrojas en este pueblo de mierda.
-¡Ay, pobrecita! -Se burló Arizona al verla.
Quise ponerme de pie de inmediato y correr detrás de ella para salvarle el pellejo, y dé paso golpear al imbecil que la sujetaba de lugares poco amistosos. Pero lo pensé poco más de dos veces antes de recurrir a mis impulsos. Solo se iba a dar un buen baño de agua helada. La sirenita sabe nadar, supongo.
Lanzó un grito ahogado al caer al agua. Estaba demasiado molesto como para reírme de ella, tiré el cigarro al suelo y lo pise con fuerza.
Le susurré a Arizona al oído que volvería en un segundo y ella se levantó de mala gana de mis piernas. Me abrí paso entre las personas, justo en el momento en que Ariel iba saliendo del lago con la cara enrojecida de coraje y de vergüenza así como la ropa totalmente empapada. Mientras más me aproximaba a ella, la molestia crecía.
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Cicatrices |Timothée Chalamet|
Teen Fiction"Las cicatrices que tenemos en el cuerpo son recuerdos, motivaciones y pasiones." Esta es desafortunadamente la historia de un chico malo, uno que se doblega únicamente ante una pelirroja que parece siempre estar en el lugar incorrecto, con las pers...