Capitulo 13

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Timotheé Chalamet

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Timotheé Chalamet

No le gustó lo que dije, pese a que fue una broma para aligerar el ambiente tenso y que seguía un poco caliente. Evidentemente mi ausencia se debía a que me encontraba dándole su verdadero merecido a los Campbell, desde lo ocurrido en el estacionamiento del lago les había perdido el rastro y no había quedado satisfecho, sé que a esas escorias no les duelen los golpes, sino que les echen a perder el negocio y justo en ese momento, tuve que dejar a Ariel en casa de Ben y aprovechar la oportunidad.

Jay me ayudó a encontrarlos, pero el pendejo es medio inocente, no sabe mucho de esto y cuando metió la pata esta noche, tuve que entrometerme para que el saliera ileso; al final de cuentas el problema era conmigo, especialmente porque se habían metido con Ariel.

Lo que me preocupa es que la lista de mis enemigos se está extendiendo, y todo se debe a ella. Michael tampoco esta impune y para la próxima que me lo encuentre, ninguna pelirroja con delirios de mártir lo va defender.

Después de curarme, la hermana de Miles y él se marcharon. Ariel le agradeció como veinte veces a la chica y los acompañó hasta la puerta con la amabilidad que la caracteriza. Estuvimos solos el resto de la noche y por la mañana la llevé a su casa, me dijo que no quería ir a la mía y ser atacada con las preguntas curiosas de Pauline. Entendí sólo porque reconozco lo insoportable que puede llegar a ser mi hermana.

-Sabes que puedes decirle la verdad. -Observé como se bajaba de la motocicleta y se quitaba el casco.

-¿Estás loco? ¿Te imaginas lo incomodo que sería?

Me encogí de hombros; genuinamente me daba igual que mí Pauline se enterara que follamos, al contrario, facilitaría todo. No tendría que escabullirse entre las habitaciones para la próxima y podría ponerla a pasearse en ropa interior por toda la casa. Mamá casi nunca está en casa, así que eso no asumiría ningún problema, además, ella también la adora, como todos en esa maldita familia.

Nunca se lo diría, pero Ariel era el factor clave del porqué nuestra familia no se había ido a la mierda con Marc falleció. Se hizo emocionalmente responsable de todo en lo que respecta al desorden que era y sigue siendo Pauline y ayudó a mi madre a no sentirse tan sola en esas paredes tan grandes. Quizás, por eso tardé tanto en asimilar que la necesitaba en mi vida, por eso fui tan hijo de puta con ella, porque todo en su cara, en sus actitudes amables y su sonrisa familiar me recordaba a lo que un día fuimos y ya no seriamos nunca.

-Nunca ha sido incomodo, ella sabe que estás loca por mi. -Bromeé (algo así) y no desaprovechó la oportunidad de golpearme en el hombro.

-No creo que sea lo correcto, además, no hay nada que decir, lo de anoche ya no se repetirá jamás. -Arrugó la nariz, algo que hace cuando miente o está insegura. Sonreí de lado. -Seremos amigos.

Se esfuerza demasiado en puntualizar que somos amigos y yo me esfuerzo demasiado en no fantasear con la próxima vez que la vea desnuda.

-Correcto...-Asiento, dandole crédito a sus palabras. -Amigos.

Ella también asintió y dio media vuelta en dirección a su casa, pero justo en ese momento su mamá estaba abriendo la puerta, llevaba su uniforme de policía, de hecho, no recuerdo haberla visto nunca con otra ropa. Cuando se dió cuenta de nuestra presencia en la acera, levantó una ceja en dirección a su hija. Yo la saludé desde lejos con la mano mientras Ariel corría hasta ella.

Sé que no le agrado, sobre todo por nuestros encuentros esporádicos en la comisaría, no recuerdo específicamente la primera vez que le tocó esposarme, pues han sido ya bastantes. No logré escuchar lo que se decían la una a la otra, pero cuando la mamá se subió a su destartalado carro tinto, Ariel entró a la casa no sin antes regalarme una sonrisa tierna que me dejó intranquilo durante el resto del domingo.

Ariel Byrne

Limpié la casa como mamá me lo pidió. No me regañó al ver a Timothee como pensé que lo haría. Supuse que se encontraba demasiado cansada como para preguntarse por qué su hija pasó la noche con un chico que se supone que detesta, o quizás demasiado cansada para aparentar ser una madre estricta. De todas formas, bien podía haber dado por hecho que había dormido con Pauline y yo estaba perfectamente bien con eso.

Estaba por terminar de desempolvar los muebles cuando el ruido de las escaleras de madera vieja crujiendo me hicieron detener todas mis acciones y poner todos mis sentidos en alerta. Escuché su carraspeo.

-¿Dónde está tu madre? -Escuché sus pasos acercándose.

-Trabajando. -Continue limpiando cerca del televisor. -¿Necesitas algo? -Alcé un poco mi tono de voz, pues según la rutina, seguramente ya estaba revisando el refrigerador.

-Si, ve por cervezas. -Entró nuevamente a la sala de estar con cara de pocos amigos; estaba usando la misma ropa de ayer, antier y de toda la semana. Se sentó en el sillón y se rascó la cabeza, me miró directamente por unos segundos, abrió la boca pero la cerró de inmediato y yo me encaminé a la puerta cerrando detrás de mí.

Mi padre es el paquete completo de todo lo que está mal en el mundo, está desempleado, consume drogas y alcohol y tiene un trastorno explosivo intermitente, al menos eso es lo que se le ha detectado las pocas ocasiones en que ha aceptado ir terapia. Tiene días buenos y tenemos días malos; creo que hoy es uno de los buenos, lo puedo notar hasta en sus ojos, pero el miedo no me deja sentarme y entablar una conversación amable con él, mucho menos el rencor.

Caminé por diez minutos hasta el supermercado, le pedí a un hombre mayor que vivía en la calle que comprara la cerveza más económica por mí y me fui a casa dejándole mis últimos billetes, para esto ya había anochecido por completo.

Cuando llegué el ya estaba dormido en el sofá, metí la cerveza al refrigerador y subí a mi habitación. Tomé una ducha y comencé a hacer los deberes que tenía que entregar mañana. A mi celular llegaron algunas notificaciones, pero no fue hasta que estuve dentro de la cama que me di el tiempo de revisarlas.

El primer mensaje me hizo fruncir el ceño.

Deberías tener cuidado y alejarte de ese Chalamet. No me gusta nada verte con él.

El segundo me dejó helada.

Él solo quiere estar entre tus piernas. Bueno, creo que ya lo consiguió.

Y el tercero no me dejó dormir en toda la noche, pues era una foto donde se podía ver la silueta de nosotros dos, Timotheé y yo a través de la ventana de la casa del lago, totalmente desnudos. Era una foto oscura y alejada, pero definitivamente logró el objetivo, aterrarme por completo.

¿Quienes me está haciendo esto? 

Cicatrices |Timothée Chalamet|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora