Ariel Byrne
No suelo ser sensible, pero la circunstancia terminó por tocar ese punto débil que tanto me empeño en ocultar. No me había dolido el golpe a puño cerrado que recibí en la mejilla, he sido participe de peores. Me dolía la humillación, de tener que pasar por eso situación por culpa de él.
No pude dejar de llorar luego de la pelea, ni cuando me subí a trompicones a la motocicleta de Timotheé, ni cuando divisé el auto de mamá estancado en el lodo, ni cuando el me pidió con una amabilidad sorprendente que ya no llorara más.
En el camino me mantuve con la cabeza apoyada en su espalda y los ojos cerrados, abrazándome a su piel tibia, pues aun no llevaba camisa. Me entretuve pensando en las cosas banales, como suelo hacer para tranquilizarme cuándo estoy agobiada y poder mantener la calma. Pensé en lo bien que olía Timotheé al estar tan cerca, en el paradero de mi camisa roja, pues era una de mis favoritas, en la rapidez con que mi estado de embriaguez se había bajado por el susto y también en la velocidad tan alta a la que íbamos.
Si no morí a manos de esos matones, moriré en esta motocicleta, eso es seguro.
En unos minutos sentí cómo la moto comenzó a detenerse hasta apagarse por completo. Tomé la valentía para abrir los ojos, frente a mí estaba la casa de los Chalamet, y no la mía. Sin embargo, no me sorprendí.
Me separé de Timotheé al sentir cómo se tensaban sus músculos, a estas horas de la madrugada el frío no pasa desapercibido, también me bajé de la motocicleta y después él lo hizo.
-Voy a meterla al garaje, espérame adentro. -Me tendió la llave, asentí y la tomé sin decir más.
Caminé despacio hasta la casa, metí la llave en la cerradura y giré para poder abrirla. Una vez dentro comencé a sentirme más tranquila, es patético considerar la casa de mi mejor amiga como mi lugar seguro, pero lo es.
Unos cuantos minutos y Timotheé entró, yo ya estaba sentada en el enorme sillón marrón de la sala de estar. Se sentó a mi lado, y a pesar de eso, se sentían los límites y la distancia entre nosotros.
-Gracias por ayudarme. -Mi tono de voz fue débil, pero por lo menos las lágrimas ya habían dejado de salir. Su mirada se posó en mí por unos segundos, sus ojos verdes se profundizaron por la tenue luz de la sala de estar, pero en segundos volteó la cara al frente y apretó los labios. Seguramente yo tenía el pómulo enrojecido por el golpe que había recibido, pero él parecía no tener ni un solo rasguño, a pesar de su pelea con esos mastodontes.
-Lo hubiera hecho por cualquiera. -No me dolió, pues saber qué haría eso por cualquiera significa que no es tan mala persona como creí.
-Gracias, de todas formas...-Juguete con la parte desgastada de mis jeans, a este punto ya estaban secos por completo luego del chapuzón obligado en el lago. -¿Los conocías?
-Son los Campbell. -Hizo una pausa, recargándose en el respaldo del sillón, me obligué a ver su cara y no su torso desnudo únicamente adornado por su cadena colgándole del cuello. -Son una familia de traficantes, la mayoría son primos o hermanos, yo que sé...
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Cicatrices |Timothée Chalamet|
Teen Fiction"Las cicatrices que tenemos en el cuerpo son recuerdos, motivaciones y pasiones." Esta es desafortunadamente la historia de un chico malo, uno que se doblega únicamente ante una pelirroja que parece siempre estar en el lugar incorrecto, con las pers...