Capítulo 26

527 45 11
                                    


La fiesta, como es lo usual con Miles, ya estaba encendida cuando llegamos. Había muchísimas personas incluso afuera y yo me pregunté si es que aquí en South no había leyes, porque parecía que a nadie le importaba hacer alboroto. De todas formas, yo estaba entusiasmada y Timotheé, él no tanto, como de costumbre.

Bajé de la moto y me permití acomodarle el cabello que se le había revuelto con el aire, mi corazón dio un saltito muy pequeño -enorme, gigantesco- cuando no se alejó, ni rodó los ojos, ni nada a la defensiva típico en el.

-Tengo un buen presentimiento, hoy nos vamos a divertir. -Le dije, todavía con toda la carga positiva luego de la victoria en la pista de atletismo. -Así que quita esa cara y no me arruines la ilusión. -Lo amenacé, obviamente en broma -no tan en broma-.

-Lamento ser un aguafiestas. -Respondió con ironía, mientras bajaba de la moto.

-No recuerdo que fueses un aguafiestas antes, cuando salías cada fin de semana.  -Me crucé de brazos y me mordí el labio interno para no sonreír.

Se pasó la mano por el cabello con una sonrisa. -No lo sé, princesa, creo que Ben ya me pegó la apatía, mejor vámonos a casa.

Me negué y lo jalé del brazo para guiarlo a la entrada. -Esta es mi fiesta de celebración, tú lo dijiste, MI FIESTA, así que...celebrame. -Y ahora si le lance una mirada amenazante, esta vez de verdad.

Pauline ya estaba allí en la puerta, sirviendo como una excelente anfitriona nos pasó dos shots de tequila, los bebimos y nos unimos al círculo de gente que eran nuestros amigos, incluso Ben estaba allí, quien me pasó un brazo por los hombros y me felicitó por la carrera.

-Cuando sea campeona mundial, prometo recordar que me hospedaste en tu acogedora morada.

-Hecho, pero tienes que ser honesta, de acogedora tiene poco, sobre todo porque entra y sale este -Señaló a Timmy- Como si fuera suya.

-Cabron, si yo te pago lo que tienes en el refri. -Contraatacó, robándome del abrazo de su amigo para pegarme a él, fueron dos segundos de muestra de cariño en público, hasta que pareció recordarlo y me soltó.

Después vimos a Jay tratando de empinarse la botella de tequila que Pauline descuidó, pero Oli fue más rápido y se la arrebató de las manos.

-Nada de alcohol para ti, amigo, diviértete sanamente.

-¡No puedo creerlo! Aquí no hay nada para divertirse sanamente, es eso o meterme una línea con los yonkies. -Oli le dio un golpe en la cabeza que lo dejó atarantado por unos segundos. Más tarde yo le pasé una cerveza discretamente, todavía sintiéndome terriblemente culpable por el.

Susan tardó en llegar, pero llegó. Se había cortado el cabello, una sugerencia de mi mejor amiga que le mandó veinte mil ideas de peinados para boda en el group chat que hizo desde el segundo uno que le pidieron ser Dama de Honor.

-¡Te ves hermosa! -Chilló Pauline, abrazándola como si se conociesen de años. Oli se rascó la sien con evidente preocupación, intentando descifrar que había de nuevo en su prometida. Le di un codazo a Timothée discretamente, a lo que él respondió sobándose con exageración la zona donde APENAS rocé. En fin, hombres.

-¿Te cambiaste la cara? Porque yo te veo igual que siempre. -Dijo con indiferencia el chico a mi lado.

-No cavernícola, me corté el cabello. -Bueno, sirvió.

Oli alzó las manos con alivio, la abrazó y le plantó un beso.

-Te ves guapísima, cariño.

Así comenzó nuestra noche, y ¿como terminó toda la fiesta en el lago? ¿todos semidesnudos y borrachos? no tengo ni la más mínima idea. Ben y Jay prendieron una fogata alrededor de los troncos donde nos sentamos la primera vez que los conocí y no tuve que ver la hora para saber que estábamos a pocos minutos del amanecer, por los pequeños rayos de sol que amenazaban con salir.

Los veía desde el lago, a metros de distancia podía escuchar sus carcajadas, todavía lo suficientemente animados para sentir el sueño. Timothée estaba pegado a mi cuerpo, yo insistía en que fácilmente podía pisar el fondo pero él insistía en mantenerme cerca de él, tenía los ojos colorados y casi cerrados por el desvelo, pero no se quejaba.

-¿Te puedo preguntar algo?

-Si insistes. -Respondió el.

Sabía que aunque le preguntara no me diría la verdad, pero de todas formas lo haría.

-¿En que momento supiste que estabas enamorado de mi?

Había dos opciones, o se carcajeaba y me decía que no estaba enamorado de mi, o se enfurecía por mi intensidad y me decía que no estaba enamorado de mi.

Timothée permaneció callado por unos segundos.

-Tu tenías 8 años y yo estaba por cumplir los 11.

Me solté de sus brazos para poder estabilizarme en el agua, su respuesta me había dejado sin palabras.

-¿Qué? -Murmuré.

-Pues eso, me enamoré cuando tú, en lugar de pedirme cualquier cosa, me pediste un beso. -Soltó una risa al cielo que empezaba a llenarse de color. -Recuerdo que pensé, joder, si me está pidiendo que le de un beso la niña más bonita que conozco, es porque algo debí haber hecho muy bien en mi otra vida, dudaba que en esta, pero lo tomé.

Fruncí el ceño y lo empujé con todas mis fuerzas cuando trató de tomarme, le salpiqué la cara con agua y me alejé.

-¿Me estás diciendo que has estado enamorado de mí desde que tengo ocho años y decidiste simplemente NO DECÍRMELO?

-Joder, Ariel, éramos niños. -Soltó una risa floja. -Yo no sabía, ni entendía lo que era estar enamorado de alguien.

-¡Pues, aprende! -No sabía de dónde salía mi rabia.

-Eso es, precisamente...-Se acercó nuevamente a mi y en esta ocasión no lo alejé, colocó una mano en mi cintura y la otra en mi mejilla. -Lo que estoy haciendo.

-¿Si? ¿Y qué aprendiste? -El sol salió, pero a mí lo que me estaba derritiendo era su forma de mirarme.

-Aprendí que... -Me lo dijo con voz baja, no por ocultarlo de alguien, pues no había nadie a nuestro alrededor, sino para hacer este momento 'nuestro'. -El día que te cortes el cabello, yo lo voy a notar. Aprendí a que debo enviarte mensajes cada tanto, aunque no tengan respuesta. Aprendí a que debo lidiar con tu superstición y entender porque no te compras un nuevo par de tenis. Aprendí a que si alguien te lastima, no me va a importar una mierda acabar en la cárcel, pero sobre todo, lo que llevo tratando de aprender desde hace tiempo es que saliste de un cuento de hadas, uno mejor que toda esta basura de pueblo y yo debo estar a la altura de ese cuento, por el momento, aunque no sea permanente, sin promesas, solo hoy; y mañana tal vez, si me dejas.

Apenas empezó a hablar, yo ya estaba soltando lágrimas como loca, me escondí en su cuello y lo besé un montón de veces.

-Déjame ver si entendí bien. -Me quité las lágrimas de la cara y volteé a verlo de frente. -¿Esa fue una extraña pedida para ser tu novia? -Soltó una carcajada y antes de que hablara, yo le tapé la boca. -Porque me parece increíble, no lo arruines, si quiero ser tu novia.

Obedeció. No dijo nada, solo me besó.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 11 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cicatrices |Timothée Chalamet|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora