Capitulo 12

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Ariel Byrne

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Ariel Byrne

Entramos a la habitación que Timotheé se había apropiado para él, incluso, podría jurar que ni siquiera le preguntó a Ben si estaba bien con ello. Pero ¿Quién soy yo para juzgar las amistades de otros?, si yo entro y salgo de la casa de los Chalamet como si fuese mía.

-Ben trabajará en el bar de Oli hasta la madrugada, nadie te molestará aquí. -Me senté en la cama y el se quedó recargado en el margen de la puerta; lo miré con confusión y el se guardaba el celular en el bolsillo trasero, había fruncido el ceño previamente a las notificaciones que le habían llegado. -Yo tengo que hacer unas cosas.

-¿Me vas a dejar sola? -Pregunté sin creerlo, y también un poco molesta. Él soltó una risa y se acercó a mí.

-¿La princesa tiene miedo? -Se burló y yo rodé los ojos. -Volveré en unas horas.

-¿A dónde vas?

-Es asunto mío. -Su semblante cambió a esa cara de pocos amigos, la misma que trata de intimidar pero a la cual, yo ya soy inmune. Me levanté de la cama para quedar más cerca de él, aunque fue inútil porque me seguía sobrando una cabeza de altura.

-¿Puedo ir contigo? -Sé que es una pregunta estupida y también sé la respuesta.

-No. -Hizo una mueca.

-No sé que concepto tengas de amigo, Timotheé, pero si no me dices la verdad no se como quieres que confíe en ti. -Imité lo que me había dicho afuera del bar de Oli y eso, extrañamente, lo hizo sonreír.

-Admite que no quieres que me vaya. -El Timotheé juguetón había vuelto, se acercó a mi cara demasiado pero no dejé que eso me intimidara.

-No es eso. -Aunque tal vez sí era eso. -No me gusta estar sola.

Pero eso también era cierto, una más de mis inseguridades. Sin embargo, mi respuesta no lo ablandó y se marchó, dejándome sola en casa de Ben.

Como él lo había previsto, nadie me molestó en la soledad de la casa del lago. Tomé una ducha y me puse una camisa que había encontrado en el cajón de su ropa, pero a diferencia de las otras, esta era de color blanco. Luego de eso, intenté mantenerme despierta con el ruido de la televisión de la sala de estar.

Una llamada de FaceTime de mi mejor amiga apareció en la pantalla de mi celular y yo contesté sin pensar. Pauline estaba radiante con una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Hola! -Saludó alegremente y movió la cámara un poco para que pudiera ver a un James muy concentrado en su consola de videojuegos, aún así él también hizo un asentimiento de cabeza en forma de saludo. -¿Puedes creerlo? Es como un niño. -Pauline bufó y yo reí.

-Me alegra que se diviertan. -Bromé y ella hizo una mueca de fastidio.

-Querida, si nos estuviésemos divirtiendo no estaría llamando a mi amiga en pijama que no hace nada un sábado por la noche. -Me dijo con amargura fingida y yo me reí a carcajada suelta. -Espera ¿Qué demonios Ariel? Esa no es tu casa.

Cicatrices |Timothée Chalamet|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora