Los celos implican dañar y sobajar el sentimiento que involucra la libertad a elegir, sin prestar oídos a palabras ecuánimes, manipulando e intentando manchar aquello que esta inmaculado".
• Un mundo real, un mundo a ciegas.
Ha logrado llegar, pero no ha emitido palabra alguna. El dolor en su pierna ha ido en aumento, y al estar a solas logró ingerir un par de pastillas. La sensación de vomito llegó rápidamente a él, pronto Pink ingresó a la habitación en compañía de Kong, y le ayudaron a llegar a la bañera; Kong logró percibir que algo no andaba bien en él, su aspecto era desencajado, su mirada perdida y sintió mucho frio. Le abrigaron y dieron una bebida caliente, esperando a que el dolor se desvanezca en el transcurso de la noche.
Un camino largo, estrecho y oscuro le esperaba, sintió el llamado de una voz al mencionar su nombre, estaba descalzo y sobre sus manos arrastraba unas cadenas que aprisionaban sus muñecas.
¡No quiero, no quiero! – se repitió un par de veces, al negarse tomar la mano de aquella sombra que lo conducía a lo más profundo de una cueva; Recordó un jardín lleno de rosas, luego una de sus manos se pinchó al tocar lo que pensó, era una de ellas, pero solo eran los matorrales con espigas y algunas, aún muy largas y puntiagudas sin cortar.
¡Sangre! – sus manos se tiñeron de sangre, quiso salir corriendo, pero cayó en el intento. Se puso de pie y volvió a caer, al sentir que unas ramas salían de la tierra, le tomaron de los tobillos, y una y otra vez, siempre volvía a caer.
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De pronto sintió un reflejo de luz, iluminar su rostro. Le sonrió al ver que era alguien conocido, extendió su mano al pensar que sería rescatado, pero tan solo recibió burlas de aquella sombra que sintió seria su salvación, y sin fuerzas que poseer, ni ayuda que recibir, poco a poco se fue hundiendo en el fango, al igual que la figura siniestra de un ser que le habló, con una voz gruesa y hostil:
- ¡Siempre serás un don nadie, un ser invisible, alguien a quien desechar, porque no merece ser amado!.... Y el sueño que lo atrapó, lo expulsa a su realidad, se levantó tras un gritó que hizo a sus amigos despertar.
¿Estas bien? – preguntó Kong, quien pernotaba a los pies de su cama, esperando a su despertar.
¡Lo estoy! – responde. Tan solo necesito uno de mis medicamentos. –Y una vez más, uno de los somníferos a su boca fue a dar.
Descansa, creo que hoy no tuviste un buen día.- aconsejó al sostener sus manos, y dar una manta por abrigo. Pero entre sus balbuceos, y ante el efecto de la medicina, Can susurraba: ¡No puedo vivir sin ti! – ¡Regresa por favor!.
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