28. El amor de un hermano

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Un hermano pequeño idealiza a sus hermanas como diosas, del mismo modo que las ama como a una madre y las cuida como su mayor tesoro

En el momento en el que Gael y sus hermanas partieron nosotros hicimos lo mismo. Mi manada y yo nos transformemos y seguimos sus pasos con cautela y distancia. Por si había algún rastreador enemigo o hechizo. Para así asegurar el terreno para los brujos cuando llegasen y también estar más preparados para el ataque. Los vampiros serían los escoltas de Liam y Erwin. Aunque ninguno de esto los necesitase. Ambos iban armados hasta los dientes con armas de fuego con balas de hierro, armas de hierro y protegidos con protectores metales. Se notaba que no era la primera vez que combatían con seres Feéricos y eran veteranos. Cuando Gael y sus hermanas llegaron a las ruinas sentí que me iba a dar algo. Ya que eso significaba que estaría en peligro, unos minutos en los que podría pasarle cualquier cosa sin mi protección. Cosa que hacía sacar mi lado más territorial y animal. Pero a la misma vez confió en sus hermanas y sé que no dejarían que lo tocasen, ni un pelo. Cuando estos se adentraron escoltados de los guardias elfos nos movimos nosotros entre las sombras del bosque. Para acercarnos lo más posible al límite entre estos y esperar con cautela la señal de ataque. Según nos contó Gael en su casa utilizaron magia Feérica para debilitar la de Celeste. Y lo más seguro es que hiciesen aquí lo mismo, pero estas cosas no afectaban a los licántropos ni a los vampiros y menos a mi. Ya que solo a los que utilizan magia les afecta haciendo de interferencia con la suya, pero a nosotros no por nuestros rasgos salvajes, y a los vampiros por ser seres de la oscuridad. Una magia más destructiva que las demás. En cambio, a mi es diferente por mi linaje especial, esta clase de magia me potencia y fortalece en vez de debilitarme o no afectarme.

Mientras esperábamos ansiosos captemos diferentes olores, por lo que había una gran multitud de ellos, y más cuando los vampiros con su mejor vista nos lo confirmaron desde la copa de los árboles. La espera se me estaba haciendo terrorífica, pensando en diferentes cosas. Hasta que de repente sonó el fogonazo. La señal en el cielo era lo que esperábamos. Esto quería decir que era hora de atacar y eso hicimos. En cuanto esta sonó saltemos al ataque corriendo y saltando el pequeño muro que limitaba las ruinas con el bosque. Yo directamente me adentre por la misma entrada que entro Gael y nada más llegar aullé con fuerza. En señal de aviso, no para nuestros enemigos si no para Shaina y los demás. Los elfos no se esperaban nuestro ataque, pero se sorprendieron mucho más al verme. Los que estaban frente a mi retrocedieron un paso intimidados para luego levantar sus armas, pero yo no le di el tiempo suficiente para hacerlo. Ya que me lance a morder y lo zarandeaba mientras ensartaba al otro con mis astas. Para luego lanzar al que ya estaba muerto sobre mi y terminar con el que tenía en la boca. Seguido de mi saltaron mis lobos contra los demás, atacando sin piedad. Yo por mi parte deje de prestar atención a estos para buscar a Gael y sus hermanas. Así que me centre en buscar su olor entre tantos, cosa que se me estaba haciendo imposible. Hasta que de repente algo ocurrió dentro de mi, y como si se hubiese desbloqueado algo en mi que estaba bajo llave lo encontré. No sé cómo, ni el porqué, pero algo raro paso. Mis patas se movían solas y con soltura, como si estuviesen siendo guiadas o atraídas por algo que siempre e querido encontrar. Y entonces lo supe. El era lo que tanto me había faltado, lo que buscaba en mis sueños, a la persona con la que soñaba. El ser que iluminaba mis sueños como un sol brillante y resplandeciente. Por fin la imagen estaba clara. El era esa luz al final de la colina, la luna que mi lobo buscaba, la luna que lo guiase y lo moviese. Y eso hizo, sin saber muy bien como llegué hasta el, que estaba junto a su madre y apunto de ser atacado por un grupo de elfos. Así que sin detenerme aproveché el impulso y salte sobre estos con toda la fuerza y la ira de la que disponía. Porque por el sol de mis sueños destruiría a quien fuese, incluso al mundo si hiciese falta...

El lobo que había aparecido frente a nosotros era gigantesco, casi tan grande como un furgón. Este era de color negro oscuro como el carbón, pero su pelaje brillaba con un tono verdoso oscuro. De su cabeza salían dos pares de grandes y puntiagudas astas, tan abiertas y feroces como las de un ciervo, pero más amenazantes y grandes. Al caer sobre los elfos atravesó a uno de estos con sus astas a la vez que mordía a otro de estos y lo hacía trizas con sus dientes. Otro de los elfos fue atacarle, pero este lo esquivo con gracia y agilidad a pesar de su gran tamaño. Para luego golpearlo con una de sus patatas delanteras y estamparlo contra un árbol. El último de ellos que quedaba en pie se lanzó atacar, pero este lo golpeo con sus astas con un movimiento de cabeza. Este rasgo su armadura y parte de su piel para luego caer a un lado adolorido. El que se golpeó contra la pared, se empezó a levantar con dificultad y empezó a susurrar algo mientras levantaba su mano. Pero entonces el lobo dio un golpe al suelo con una de su patas delantera y del suelo brotaron un montón de raíces. Estas agarraron al soldado sorprendido y lo amarro contra la pared al igual que al que estaba en el suelo herido. Para luego salir otra gran raíz del suelo que les atravesó el pecho acabando con ellos. Tanto yo como mi madre quedemos atónitos por la escena que acabábamos de ver. Ese lobo nos había salvado la vida acabando con los elfos en cuestión de segundos sin apenas esforzarse. Además de que su aspecto era totalmente distinto al de cualquier otro licántropo que yo haya visto. Este se dio la vuelta para mirarnos e inconscientemente dimos un paso hacia atrás por si iba a atacarnos. Pero al verlo de frente algo hizo que se me disipasen todos mis miedos. El lobo tenía los ojos azules, pero el ojo izquierdo tenía una mancha rojiza en la parte superior derecha del ojo. Este me miró fijamente e inclino levemente su cabeza para que lo viese mejor y entonces lo supe. En ese momento recordé el hermoso lobo de mi sueño a la misma vez que recordaba lo que Enzo me dijo. Hazme caso lo sabrás en cuanto me veas, no soy como cualquier otro licántropo. Este majestuoso lobo se trataba de Enzo.

El Sol Poniente(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora