Capítulo 44

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Gwen

De pronto, la cola de Kaie se interpuso en mi vista, ocultando gran parte de la desgarradora escena que tenía lugar más adelante. La reina del Este, su madre, acababa con la vida de aquel traidor. Pero no sentí pena por él, no después de haber presenciado la profunda pérdida que significó Zahjka para todo su reino.

Sus gritos de dolor fueron los únicos que me provocaron cierta incomodidad; mis rodillas se tambalearon por un instante. Aunque no sentía compasión, podía percibir cada fragmento de su agonía, y eso era lo que realmente me hacía temblar. Fue entonces que comprendí cuán fácilmente los Naga's podían hacer que otro padeciera hasta su último aliento, si así lo deseaban.

Más allá de ese escalofriante pensamiento de sentirme como una presa rodeada de depredadores natos, la aceptación y el tono de la conversación entre ambos reyes me dieron un atisbo de esperanza. Era evidente que ninguno de ellos deseaba otra guerra. Al escuchar cómo describían los tiempos antes de sus reinados, comprendí que esa época había sido brutal, marcada por la violencia y la sangre.

No puedo imaginar lo que sería sobrevivir en aquellos días, y menos siendo humana. Quizás esa misma experiencia de brutalidad vivida por el rey Dreykha y la reina Irix es lo que los motiva a evitar que el pasado se repita. Y esto no hace más que reafirmar su capacidad y determinación para gobernar como debe ser.

Todo avanzaba bien, lentamente, hasta que un Naga entró en la sala. Sus rasgos eran similares a los del rey Dreykha, pero su presencia era completamente distinta. Un aura de muerte lo envolvía. Sus ojos, del mismo rojo intenso que los del rey, parecían bañados en sangre, pero en ellos se leía algo mucho más oscuro, casi indescriptible.

Lo que ocurrió después fue estremecedor. Sin titubear, hundió sus garras en el pecho de otro Naga. No un enemigo, sino alguien de su propio reino. Y, sin darle mayor importancia, lanzó su corazón al suelo. Si su presencia ya inspiraba terror, este acto fue la confirmación de sus oscuras intenciones.

Sentí interminable aquel parpadeo que presenció tal escenificación en carne propia y, sin darme cuenta, Kaie ya estaba frente a mí rodeándome la cintura con su cola. La repentina acción me dejó sin aliento, pero lo que realmente me cortó la respiración fue ver cómo esos ojos sangrientos se abrieron con una mezcla de sorpresa y reconocimiento al mirarnos a mí, a Lizzie y a Dave.

He sentido muchas miradas en este tiempo, y con lo poco que he aprendido gracias a Kaie, puedo asegurar que la mirada con la que nos evalúa ahora es puro peligro. Este Naga no tiene un solo atisbo de bondad, y saber que fue él quien ordenó la muerte del hermano mayor de Kaie, sumado a la forma en que acaba de acabar con la vida de uno de su propio reino, solo lo confirma...

—Así que estas son las famosas pequeñeces inteligentes que cayeron en el Este —siseó, con el marcado acento de los suyos y una sonrisa perturbadora que dejaba ver sus colmillos.

Pero algo en su mirada me inquietó aún más. Sus ojos no mostraban ni una pizca de sorpresa al "vernos por primera vez". Esa contradicción entre su expresión y sus palabras me provocó un nuevo escalofrío que recorrió todo mi cuerpo hasta el punto de sentir nauseas. Su sonrisa hacía destacar la marca que le recorría el rostro, desde la mandíbula hasta afilarse en puntas bajo la boca, con una línea horizontal que cruzaba su nariz hasta perderse en las esquinas de esos fríos ojos rojos.

—¿Qué es todo esto, Dacaeh? —la voz imponente y cargada de amenaza del rey Dreykha resonó en el lugar mientras avanzaba con el mentón en alto, irradiando autoridad hasta colocarse junto a su hijo.

—El reino del Oeste me pertenece, como corresponde ahora, padre —replicó Dacaeh, levantando el mentón y ladeando la cabeza. Ese movimiento hizo que las dos largas trenzas oscuras que colgaban detrás de su oreja cayeran hacia adelante—, y pronto el Este también será mío.

Renacidos en OrloxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora