Capítulo 71

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Rheia

—Vayan con los tres humanos, no permitan que corran peligro. —Fue lo que ordené a los cuatro cazadores del clan que estaban cerca, manteniendo atención en la pelea que se estaba dando entre los dos únicos Naga's del Oeste que quedaban en esta rebelión. Medio cuerpo seguía apuntando hacia adelante para no dejar un punto fácil ante cualquier ataque, pero solo me tomó un pequeño segundo al momento de inclinar un poco mi cabeza para dar el mandato antes de que todas mis escamas e instinto sintieran el peligro.

Mi cuerpo actuó primero, de repente tenía en mi mano el tallo de Mordekben que me impulsó a retroceder, el ardor por la fuerza con la que fue lanzada y lo desprevenido de mi autodefensa molestaba mi piel. Miré desconcertada lo que tenía en mis manos y al momento de soltarlo, el cuerpo de Dacaeh estaba a mi detrás capturándome. Sus garras en una sutil advertencia situadas en mi abdomen donde las heridas parecían arder ante su tacto y su brazo me cortaba el paso del aire, las intenciones de terminar con todo de una vez estaban más que claras.

—Si se acercan un poco más incrustaré mis garras en la quinta pilar, no me tienten. —El vibrato del sonido de su voz rozaba en mi oído y solo lo quería descolmillar por ello. 

Cuando Ronoks intentó acercarse, sus garras se hundieron más en la herida de mi abdomen haciéndome soltar un suave siseo de dolor que intenté retener para no darle el gusto. Aquel acto lo detuvo de inmediato y no fue el único en captar la inexistente vacilación en las acciones que dijo, pero podía ver en sus ojos las distintas rutas que podrían optar en esta situación. Los ojos de mi madre estaban inexpresivos mientras nos veía, pero sabía que estaba pensando en alguna salida rápida sin que salga herida.

Traté de mover mi cola para arremeter contra su agarre, pero sus propias escamas envolvieron las mías impidiéndome defender de alguna forma. Negó con un ligero movimiento de su cabeza, el olor a sangre que rodeaba su cuerpo llegó a mis fosas nasales y mis colmillos cosquillearon una vez más por incrustarse en su piel para dejarle más marcas y rastros de su propia sangre derramada, pero solo podía mostrarlos mientras mantenía la boca semiabierta para respirar superficialmente en lo que su brazo mantenía su fuerza y voluntad.

—La advertencia va para ti también —susurró y sus garras se hundieron un poco más en mi piel. El olor de mi sangre intensificándose entre los dos. 

—Ya estás arrinconado... no queda ningún traidor a tu disposición...

Hago el esfuerzo por hablar y parece divertirse porque me da el suficiente espacio como para mantenerme aún aprisionada con su cuerpo y a la vez que se me haga posible desperdiciar el aire que mi interior aclama por retomarlo. Mantenerlo distraído, ganar tiempo, esperar a que ideen una forma de llegar a mí y a él, que poco a poco nos situó al centro del campo a metros de distancia de los demás.

—Mi muerte será inevitable, sí —contestó con esa sonrisa sin tiento a extinguirse a pesar de hablar de su propio final—. Jugaron bien sus propias amenazas, esas insignificantes criaturas tenían más por ofrecer de lo que pensé, es una pena no poder mantenerlos en mi dominio para seguir aprendiendo de sus cuerpos —ríe amargamente ante la idea de haber perdido "una gran oportunidad"—. Pero ¿sabes algo?

—Qué —suelto secamente lo que él esperaba como respuesta de mí en sus juegos verbales.

Sus ojos tan oscuros y sombríos se desvían de nuestra conversación hacia un punto que no alcanzo a ver, pero interpreto de inmediato que alguien debió intentar algún tipo de movimiento hacia nosotros por el dolor creciente y el sonido de mi piel rasgándose para dar paso al ardor en carne viva de mi herida. Un siseo con promesas de sangre por parte de todos los demás fue lo único que escuché después.

Renacidos en OrloxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora