Dave
Todos observábamos en silencio la escena que se desplegaba frente a nosotros. Sentía que estaba invadiendo un momento demasiado importante e íntimo en la vida de Rheia, pero no podía desaparecer entre los muros de este lugar. Tampoco estoy seguro de si lo querría, porque significaría perder la nitidez con la que veía y oía todo aquello, sería como si perdiera una parte importante de ella.
Apartar la mirada de Rheia era imposible; egoístamente no quería perderme ni el más mínimo detalle de sus reacciones, aunque el momento es netamente suyo. Su cola delataba su nerviosismo cada vez que su hermano continuaba con su discurso. Mientras el movimiento de las escamas de ella era frenético, el de él era lento e inseguro.
Luego, apareció ese brillo de entendimiento en las joyas preciosas que son sus inusuales ojos. La vi titubear, pero también encajar finalmente engranajes de su alma. Con lo poco que he llegado a conocer de Rheia, fue suficiente para que un cosquilleo se apoderara de mis ojos.
Fue conmovedor verlos abrazarse, verla a ella extenderles el perdón y, quizás de manera inconsciente, perdonarse también a sí misma en lo más profundo. Podía sentir, o al menos imaginar, lo que la invadía en ese instante. Al igual que Gwen y Lizzie, que comenzaron a llorar mucho antes que yo, también terminé con los ojos llorosos.
Había algo en el ambiente, algo que me removió por dentro, desatando sentimientos encontrados. A pesar de ello, logré disimular mejor que esas dos a mi costado, aunque sé que no pasé desapercibido cuando ella volteó a mirarnos. Me alegraba por su avance; era evidente que esto marcaba el inicio de su sanación interior, y como alguien cercano a ella, lo apreciaba profundamente...
Pero, y aquí es donde ingresa la contrariedad en mi sentir, una emoción escondida en mi pecho me incomodaba. Mientras ella avanzaba por ese camino perfectamente trazado hacia la luz, yo permanecía estancado en las sombras. Seguía en el mismo lugar en el que había empezado, atrapado en una oscuridad que pensé compartir con alguien, aunque fuese solo por la semejanza mínima de comprender dolores distintos pero familiares.
Ese pequeño algo que creí entender, esa semejanza que vislumbré cuando vi sus ojos temblorosos. Lo que me atrajo de Rheia desde el principio iba mucho más allá de su belleza. Fue esa chispa que encendió en mí la idea de acercarme, de conocerla más a fondo, porque entendía lo que era sentirse atrapado en un punto de tu vida, sin el control necesario para avanzar.
Quise sacarla de allí, para que no quedara atrapada como yo. En cierta manera, me sentí acompañado por alguien que quizás había experimentado ese mismo estancamiento. Pero, al mismo tiempo, no quería que permaneciera ahí para siempre.
Lo que no anticipé fue el vacío que sentiría al saber que, una vez más, estaba solo en esa oscuridad. Ahora que Rheia estaba finalmente saliendo de ese lugar de tormentas internas, me sentía más lejos de ella, más aislado de todos los que me rodeaban. Aun así, estaba feliz porque lo haya hecho. Había logrado lo que tanto deseaba para ella.
Sin embargo, no pude evitar odiarme un poco al darme cuenta de que, en el fondo, una pequeña parte de mí deseaba que esa similitud que compartíamos durara un poco más. Solo un poco más. Era egoísta por querer que se quedara conmigo en la misma oscuridad de la que no puedo escapar, en la que aún estoy atrapado. Pero incluso con esos pensamientos, mi mayor deseo era que ella encontrara su salida, que lo lograra aunque yo no pudiera seguirla.
Estoy loco, lo sé, por tener dos deseos completamente opuestos. Supongo que sigo siendo el mismo imbécil de siempre, nada nuevo que descubrir en realidad. Pero hay algo desalentador en aceptar que, después de todo lo que he pasado, nada ha cambiado. Ni siquiera estoy en mi propio planeta, ni está aquí la pesadilla encarnada que se hace llamar mi padre... y aun así, no entiendo qué es lo que me perturba.
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Renacidos en Orlox
FantasiVarada en un planeta desconocido, infestado con bestias de todo tipo, sin esperanzas y con todos los planes estropeados para sobrevivir. Y, entre esas criaturas, está un Naga... Un hombre mitad serpiente como en la mitología o cualquier fantasía que...