Kaie
El ardor en mi piel es insoportable, como si algo dentro de mí estuviera ardiendo sin poder apagarse, mientras mis ojos no pueden apartarse de ella, de mi Gwen. Me siento completamente impotente, incapaz de moverme, de hacer algo para salvarla, para evitar que la arrastren lejos de mí. La sangre que adorna su rostro, esa sangre que ya no es solo suya, me atraviesa el pecho como una lanza fría.
La veo dormida, inconsciente, pero con el eco de su respiración débil, de su corazón que late, aunque lentamente. Es lo único que me mantiene anclado a la realidad, lo único que me impide perderme en el abismo de la desesperación.
Mis órdenes no llegan a mi cuerpo, la frustración me consume, cada intento de moverme se ve frustrado, como si todo mi ser se hubiera rendido ante esta fuerza desconocida. El temor de perderla, de no poder hacer nada para evitarlo, me atraviesa con una intensidad aterradora, tan fuerte como si el mismo tallo de Mordekben se hubiera incrustado en mí, en vez de solo en las garras de los enemigos.
El dolor en mi pecho es insoportable, como si el mundo entero se hubiera detenido en ese instante. Ver cómo se llevan a Gwen, tan vulnerable, tan débil, sin poder hacer nada para evitarlo, me consume. Su cuerpo, que aparenta estar sin vida ni esperanza, se aleja de mí, llevada por aquellos que no merecen ni su sombra. Mi mente grita en silencio, pero mis manos siguen inertes, atadas por una parálisis que parece más cruel que cualquier otra tortura.
El gruñido de mi hermano me llega como un eco distante, y lo escucho con la misma impotencia que siento. Él también está atrapado en esta pesadilla, igual de devastado, igual de impotente. El hecho de que ni él ni yo podamos hacer nada nos destroza por dentro.
—Encárguense de retenerlos en la fosa y usen los medios necesarios para que se mantengan al margen en todo esto hasta terminar con el Este.
La orden del traidor me atraviesa como un cuchillo. Esas palabras, esa intención de mantenernos al margen, sin poder actuar, me queman. Nos dedica a mí y a mis hermanos una última mirada de burla al estar prácticamente en el suelo y luego se dirige hacia su madre que retiene a la mía, ahora igual de debilitada que nosotros.
—Lo dejo todo en tus sabias manos, madre. Ya falta poco para que tus sueños se hagan realidad —dijo, haciendo una reverencia con falsa humildad, antes de alejarse tras los traidores que ya lo habían reconocido como su nuevo rey, obedeciendo sus órdenes como si nada hubiera cambiado.
Lo único que pude hacer fue liberar mi ira, dejándola resonar en el vacío, un eco devastador que sacudía el lugar. Mi cuerpo no respondía, por más que mi mente imploraba acción, y mi interior ardía con una furia incontrolable.
No tardaron en llegar los traidores, siguiendo las órdenes de Dacaeh, y pronto nos arrastraron sin piedad. Nos tomaron de ambos brazos y nos arrastraron por el suelo, rebajándonos a la humillación de ser tratados como simples presas, mientras sus gritos y golpes intencionados nos acompañaban en cada paso.
Podía soportar la burla dirigida hacia mí, pero no cuando la vi a ella, a mi madre, rebajada de la misma forma. Ante mi impotencia, juré que pagarán con sangre, y que a cada Naga que osara ponerle una sola mano encima, lo haría arrepentirse de haber nacido. Si alguna marca quedaba en su piel, no quedaría nada de ellos al final. La sed de sangre que me invadía era abrumadora, una promesa de venganza que no podría contener.
No era el único que compartía estos pensamientos. Drix y Rheia también estaban consumidos por la furia. Ninguno de los tres perdía detalle alguno de los rostros de los traidores que nos arrastraban. Por primera vez, vi una ira pura en los ojos de mi hermana, una furia que no había mostrado antes. Algo había cambiado en ella, algo en todos nosotros. Ya no éramos los mismos. Todos compartíamos el mismo objetivo. Vamos a vengar a nuestra madre y recuperar lo que nos pertenecía. Solo quedaba esperar el momento adecuado para actuar.
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Renacidos en Orlox
FantasyVarada en un planeta desconocido, infestado con bestias de todo tipo, sin esperanzas y con todos los planes estropeados para sobrevivir. Y, entre esas criaturas, está un Naga... Un hombre mitad serpiente como en la mitología o cualquier fantasía que...