Rheia
Seguí el rastro dejado por Dacaeh y sus seguidores. Calculo que me tomó alrededor de treinta minutos llegar hasta este punto. Aún había varios Naga's cerca, y evitar que mis heridas dejaran rastro, además de mantenerme lo suficientemente lejos para que el olor de mi sangre no delatara mi presencia, ralentizó mis planes.
Las marcas en la tierra, las ramas bajas dobladas de forma inusual y la manera en que el pasto estaba más hundido de lo normal me hicieron deducir que el grupo era más numeroso de lo que hubiera preferido enfrentar. Me aseguré de no ser vista por los Naga's del Oeste, quienes parecían encargados de vigilar los alrededores. Al parecer, Dacaeh no daba por hecho que permaneceríamos inactivos, incluso después de la desventaja en la que nos dejó.
No nos subestima, eso es bueno y malo a la vez.
Nuestro honor y orgullo no han sido manchados al ser vistos como débiles, pero eso no significa que podamos permitir que se nos considere vulnerables. Lucharemos por salvar a nuestro reino y a nuestros hermanos Naga's. Dacaeh no es apto para hacernos prosperar como especie.
Si logra gobernar tanto el Este como el Oeste, condenará a todos a una existencia sombría, sumida en la oscuridad. No pienso formar parte de sus ilusiones. Jamás podría convertirme en su consorte y quedarme inmóvil mientras nuestra especie muere, gobernada por el miedo en lugar del respeto ganado con actos que valen más que mil palabras.
Mientras me encontraba oculta tras unos densos arbustos que se entrelazaban con los troncos de los árboles, esperando el momento oportuno para que el sendero quedara despejado. De pronto, un leve roce de las ramas llamó mi atención. No era un sonido natural. Alguien estaba cerca. Me puse enseguida en acción y con mis garras listas, giré a gran velocidad agarrando del cuello al Naga que estaba acechándome.
—Mi... quinta pilar... soy yo —sisea con dificultad, luchando por recuperar el aliento. Al reconocer al cazador de Drix, lo suelto de inmediato.
—Irum —digo, desconcertada al verlo. Mientras lleva una mano a su cuello para frotarlo, un leve sentimiento de culpa me invade—. Disculpa, solo reaccioné.
—No tiene por qué disculparse, fui yo quien actuó con imprudencia al acercarme sin anunciar mi presencia —responde, dejando su cuello para llevar la mano al pecho en una breve reverencia, como señal de disculpa.
Asiento ligeramente, intentando evitar más formalidades.
—Llámame Rheia —digo, con un tono que mezcla orden y súplica.
No quiero seguir con las formalidades ni escuchar el título que Dacaeh ha deformado con un nuevo significado. Este cazador ha demostrado ser un aliado digno.
—¿Cómo podría...? —comienza a decir, pero en su voz percibo un atisbo de alegría y asombro ante mi petición.
—Te lo has ganado —respondo con firmeza—. No eres solo un cazador; arriesgaste tu vida por los humanos y te has ganado la confianza de todos, incluida la mía. Eres alguien en quien confío plenamente, Irum.
Todo lo que digo es sincero. Estoy segura de que, en otras circunstancias y con un poco más de tiempo, mis hermanos y yo podríamos haber forjado una verdadera amistad con él.
—Gracias por sus palabras —dice, sin apartar su mirada de la mía. Hay calidez en sus ojos, una sensación familiar que me inquieta. Me recuerda a Takhan, aunque debo dejar de hacer esa conexión—. Prometo no defraudar la confianza que ha depositado en mí... Rheia.
—No tengo duda alguna de que cumplirás con lo dicho —finalizo, dejando el tema atrás. Su rápida sonrisa, que contrastaba con la seriedad que sus cicatrices y aura le imprimían, desaparece al fijarse en la herida de mi abdomen.
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Renacidos en Orlox
FantasyVarada en un planeta desconocido, infestado con bestias de todo tipo, sin esperanzas y con todos los planes estropeados para sobrevivir. Y, entre esas criaturas, está un Naga... Un hombre mitad serpiente como en la mitología o cualquier fantasía que...