Capítulo 58

2.5K 273 9
                                    

Gwen

Mientras el cielo se cubría de oscuridad, las marcas en el pelaje del felino, que de manera inexplicable habíamos llegado a considerar nuestro salvador, comenzaron a brillar. Seguir las formas de colores como el celeste y el naranja, que se entrelazaban en espirales a lo largo de sus piernas, lomo y frente, era fascinante. No conocía su especie, pero no podía evitar admirar la majestuosidad de cómo su cuerpo se adaptaba al caer la noche en este mundo.

Las marcas luminosas cobraron sentido cuando liberaron calor, de manera similar a como los Naga's reutilizan la luz del día como un sistema natural para enfrentar las extremas diferencias de temperatura entre el día y la noche. Ella hacía lo propio a través de sus marcas, y sin dudarlo, nos acercamos más. Un leve movimiento de su cabeza nos indicó, en silencio, que siguiéramos, lo que fue un alivio, ya que la helada atmósfera invernal que nos envolvía empezaba a sentirse más soportable.

—¿A dónde vamos ahora? —preguntó Dave, frotándose los ojos, algo enrojecidos por la sangre de aquella planta alienígena, mientras miraba a su alrededor en busca de algún punto de referencia.

Los caminos brillaban tenuemente, iluminados por las luces, pero no lo suficiente como para despejar la amenaza de cualquier criatura oculta en la oscuridad. Se abrazó a sí mismo, tratando de encontrar algo de calor, y todos adoptamos la misma postura. La humedad de nuestras ropas comenzaba a convertirse en hielo, y si no logramos encontrar refugio pronto, lo peor sería inevitable.

—Perdonen mi lenguaje, pero no veo una mierda, chicos —murmuró Lizzie, entrecerrando los ojos en un vano intento de encontrar una ruta clara entre la penumbra.

Dave carraspea en respuesta con expresión divertida porque todos sabemos aquí que Lizzie y él siempre hablan lisuras sin retenerse. También me hubiera unido a sonreír un poco a pesar de esta situación, pero preferí intentar con una corazonada una vez más.

—¿Sabes algún camino seguro? —susurré mientras me inclinaba hacia la felina.

Este es su mundo, así que es lógico que lo conozca mejor que unos simples extranjeros como nosotros. Sé que puede comprendernos; ha quedado más que claro por todo lo que hemos pasado hasta ahora. Y cuando esos ojos de un violeta único y casi hipnotizante se fijan en los míos, no puedo evitar confirmar que estoy en lo cierto.

Su presencia es un misterio que despierta en mí una curiosidad cada vez más intensa, la misma que nos consume a todos con la pregunta que no hemos dejado de hacernos.

¿Por qué nos estás ayudando?

¿Qué ganas con ello?

¿Cómo puedes confiar en nosotros arriesgando tu vida dos veces para salvarnos?

Retira su mirada como si la carga de mis intrigas hubiera alcanzado sus agudos oídos, y luego emite un leve ronroneo antes de avanzar. Se detiene, sin embargo, y voltea a vernos al notar que no la estamos siguiendo. Los tres quedamos confundidos, sin entender del todo qué se espera de nosotros. Pero al ver que efectivamente está liderando el camino, como respuesta a mi petición, comenzamos a dar algunos pasos y la alcanzamos, sin alejarnos mucho de su pelaje, que nos brindaba el calor necesario para seguir adelante.

—¿Estás segura de que es por aquí? —pregunta Dave, con un tono angustiado que refleja también su rostro. — O sea, sí, sabes porque este es tu mundo y todo eso, pero... ¿es realmente necesario meternos bajo tierra donde seguro hay más plantas mutantes que estarían encantadas de probar el menú de "sexy hombre humano llamado Dave"?

—Ay, ya, deja de ser tan miedoso —responde Lizzie, dándole una palmada en la espalda antes de seguir a la felina, que avanza por un túnel que parece descender, rodeado de enormes raíces.

Renacidos en OrloxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora