Esta es la historia de mi vida,
Huérfana desde los 5 meses de edad.
Mi hogar? La base humana de Pandora.
Pero todo cambió el día que el mejor regalo que nunca jamás podrá ser superado, llegó al laboratorio en manos de Harper: mi propio AVATAR.
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Lo'ak y Kiri habían logrado persuadir a Neteyam para acompañarnos en una escapada a las cascadas. Después de los desgarradores eventos del día anterior, todos necesitábamos desesperadamente un respiro, un momento para arrojar nuestras cargas y abrazar la serenidad y la alegría que nos llamaban.
Juntos, los tres hermanos llegaron emocionados al biolaboratorio.
A pesar de su montaje apresurado, el lugar ofrecía un amplio espacio y una destacada variedad de equipos. Cumplía un doble propósito al albergar tanto las indispensables unidades de enlace como el impresionante amnio-tanque de Grace, además de funcionar como una clínica de emergencia crucial para atender las necesidades de atención médica de nuestra comunidad. Aunque el proceso de transporte y presurización del laboratorio había presentado desafíos formidables, el resultado final justificaba todos los esfuerzos, ya que el laboratorio ahora funcionaba de manera fluida y efectiva.
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Spider y yo estábamos ayudando a Norm en la minuciosa tarea de ordenar el laboratorio, asegurándonos de que se mantuviera impecable. Justo cuando estábamos profundamente absortos en nuestro trabajo, Lo'ak, Kiri y Neteyam llegaron buscándonos, ansiosos por llevarnos en una exploración a las impresionantes cascadas cercanas.
Tuvieron que esperar a que Spider y yo termináramos nuestras tareas de limpieza. Así que extendieron sus manos para ayudar, acelerando el proceso y permitiéndonos completar nuestros preparativos más rápidamente. Este esfuerzo colaborativo nos permitió partir antes para nuestra excursión a las cascadas.
Con todo organizado y en su lugar correcto, me dirigí a las cápsulas de enlace y, una vez conduciendo mi Avatar, todos partimos juntos.
Montados en los Ikran, emprendimos el vuelo hacia las cascadas, envueltos en una atmósfera llena de diversión.
Al aterrizar con nuestros Ikran en las exuberantes llanuras cerca de las cascadas, Kiri desplegó con gracia una suave manta sobre la hierba verde. Me hizo una invitación gentil para recostarme junto a ella, justo en el tranquilo borde del río, donde una pequeña y apacible cascada acariciaba el silencio circundante. El cálido sol, como un amante tierno, besaba nuestra piel, mientras refrescantes gotas de agua de las caídas nos rociaban juguetonamente, como un delicado rocío. Mientras observaba la escena, me maravillé ante la pura belleza del lugar.
Ambas nos sumergimos en la tranquilidad del entorno, disfrutando de la compañía mutua sin necesidad de palabras. Nuestros sentidos se deleitaban en el ambiente que nos rodeaba, mientras los ecos de risas y gritos de los chicos se entrelazaban con los sonidos de la naturaleza.
Los observabamos entregandose a la diversión, gastando toda su energía en bromas salvajes.
Con valentía y audacia, se lanzaban desde lo alto de un acantilado, desafiándose mutuamente para lograr las volteretas más intrépidas y arriesgadas.
