Con pasos ligeros y suaves, me incliné en un rincón de mi habitación.
La presencia de Neteyam, que estaba detrás de mí, se sentía como una sombra curiosa que seguía cada uno de mis movimientos con evidente interés.
Mi pequeño bolso, que contenía mis únicas posesiones en este lugar, yacía cuidadosamente colocado en el pulcro suelo de mimbre, en un rincón contra la poligonal pared que alzaba el marui.
Cada una de mis escasas posesiones estaba organizada en este espacio apartado.
Mis dedos, llenos de entusiasmo y anticipación, se deslizaron con delicadeza mientras me inclinaba con precaución para recoger algo específico entre mis pertenencias.
La suave tela que envolvía el objeto en mis manos ocultaba su naturaleza, manteniendo a Neteyam en suspenso, con una creciente curiosidad que se reflejaba en sus ojos dorados mientras seguía mis movimientos atentamente.
Desenvolví la flauta azul milenaria que Mo'at me había entregado, y la textura suave de la antigua madera acarició mis dedos con una delicadeza casi ancestral.
Mis labios formaron las palabras con suavidad mientras compartía con Neteyam el significado de aquel tesoro en mis manos. "Mo'at me la entregó para ganarme la confianza del clan, y convencerlos de creer que soy una narradora legítima", susurré con una voz apenas audible, mientras mis ojos brillaban con una mezcla de emoción y orgullo. En ese momento, el instrumento no solo era un invaluable tesoro de la cultura omaticaya, sino que también representaba la confianza que la tsahik había depositado en mí.
"Y..." continúe hablando, buscando su mirada antes de proponerle mi idea. "Creo que sería ideal utilizarla en la narración de hoy...", sugerí con una sonrisa seductora, deseando encender su entusiasmo por mi propuesta.Neteyam posó sus manos suavemente sobre las mías, tomando la flauta con delicadeza. "Si tienes esto en tu posesión, ¿no crees que eso ya te convierte en una auténtica narradora?", preguntó en voz baja, su mirada penetrante y astuta arqueando ligeramente una ceja traviesa.
"Ay Teyam, por favor", rodé los ojos con incredulidad quitándole a flauta de las manos en un movimiento rápido.
Respiré profundamente mientras procesaba su insinuación. Observando la flauta, la melancolía me invadía.
Mi papel de narradora, era, en esencia, una fachada.
Una fachada que ocultaba la verdadera razón por la que estaba aquí:
Él
"Sabemos que es solo una fachada, y la razón por la que estoy aquí, está muy lejos de querer contar historias", declaré con un tono serio, mis ojos encontrándose con los suyos, cargados de significado.
Neteyam soltó un suspiro comprensivo, pero su rostro se iluminó con una chispa traviesa. "¿Ah sí? ¿Y cuál es esa atractiva e irresistible razón?" preguntó con una sonrisa divertida, sus ojos clavados en los míos, desafiándome a confesar.
Intenté en vano ocultar mi sonrisa ruborizada tras un mechón de mi cabello, incapaz de esconder la evidente vergüenza que me provocaba admitir que mi motivación principal era él.
"¡Ya callate!", bromeé, simulando empujarlo juguetonamente.
"En cualquier caso, si tú tienes la flauta...", dijo con calma y solemnidad, sus manos acariciando suavemente mis clavículas al apartar delicadamente mi cabello de mi rostro para dejarlo caer por mi espalda. Su mirada centelleante fija sobre mí. "Y tú puedes tocarla", continuó, tomando la flauta de mis manos con una elegancia que solo él poseía. "Entonces, eso significa que es tuya", añadió, dando un paso más cerca de mí, su rostro adoptando una malicia traviesa en sus ojos. "Por lo tanto, eres una narradora auténtica ante mis ojos", sentenció, acercando su frente a escasos centímetros de la mía, mientras sus manos escondían el instrumento detrás de su espalda, manteniéndolo fuera de mi vista.
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My Eywa || AVATAR
RomanceEsta es la historia de mi vida, Huérfana desde los 5 meses de edad. Mi hogar? La base humana de Pandora. Pero todo cambió el día que el mejor regalo que nunca jamás podrá ser superado, llegó al laboratorio en manos de Harper: mi propio AVATAR. ~~•~~...