Esta es la historia de mi vida,
Huérfana desde los 5 meses de edad.
Mi hogar? La base humana de Pandora.
Pero todo cambió el día que el mejor regalo que nunca jamás podrá ser superado, llegó al laboratorio en manos de Harper: mi propio AVATAR.
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Éramos forzados a sentarnos bruscamente en el suelo, entre golpes y empujones, formando un círculo de cautivos. Esposas rojas, fabricadas con un material desconocido para mí, fueron colocadas en nuestras muñecas. El miedo me abrumaba, amenazando con desbordarme en lágrimas. Sin embargo, reuní todas mis fuerzas y reprimí el llanto, buscando la fortaleza necesaria para afrontar valientemente la situación, al igual que mis amigos lo estaban haciendo.
El tiempo se distorcionaba, deformándose en una amalgama confusa y desesperante.
Los minutos se estiraban como una tortura interminable, mientras la tensión y el miedo se espesaban en el aire sofocante.
Cada segundo parecía eterno, cada latido de mi corazón resonaba con una fuerza ensordecedora en mi pecho. Como el eco de un tambor de guerra marcando el compás angustiante de nuestra desconcertante espera.
Las nubes se congregaban en el firmamento oscuro, derramando una suave lluvia tropical. La lluvia, convirtiéndose en una cortina de agua envolviendonos en un velo de desamparo.
Sentía esa lluvia tal como el llanto de Eywa compartiendo nuestra angustia.
Con la máscara de oxígeno cubriendo mi rostro, mi visión se nublaba y se distorsionaba. La oscuridad de la noche se apoderaba de todo, sumiéndonos en la bioluminiscencia.
Cada minuto que pasaba, mi esperanza se desvanecía, como una llama que se extinguía lentamente.
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En la lejanía, entre el suave murmullo de la lluvia y el eco que se perdía entre los árboles, escuché la señal.
Miré a Kiri, y en su expresión confirmé mis sospechas. Neytiri nos hacía saber que estaban aquí. Imitando los cantos de las aves, nos indicaba que debíamos estar preparados y esperar el momento oportuno para escapar.
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Una mujer me tenía agarrada por el cabello cuando Kiri comenzó a implorarle a Eywa por nuestro bienestar. Pocos segundos después, una flecha atravesó la cabeza del hombre que la sujetaba a ella y a Spider, liberandolos de su agarre.
