48 🫧 What is a Tulkun? 🫧

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La luz del alba se filtraba entre las hojas de las palmeras, bañando la playa en un dorado tenue y pacífico. Avanzaba despacio por la orilla, arrastrando los pies con el peso de la red de pesca colgando de mi espalda. Cada paso se hundiendose en la arena con pesadez.

De repente, el aire se llenó con una voz que ya me era demasiado familiar, y toda la paz se disipó.

"¡O'deya!", llamó Ao'nung, su voz fuerte y segura abriéndose paso entre la quietud matutina. Escuché sus pasos acercándose, cada uno más rápido que el anterior, como si estuviera decidido a alcanzarme.

Sin detenerme, lo miré de reojo, apenas un segundo, antes de clavar la vista en el sendero nuevamente.

"¿Qué quieres?", murmuré en voz baja. Después de lo que había hecho, no me cabía en la cabeza que se atreviera a hablarme.

"Déjame ayudarte con eso", dijo, señalando la red que arrastraba torpemente, algunos peces aún agitándose levemente en su interior.

Mi cuerpo se tensó y solté un resoplido, haciendo que mis hombros bajaran un poco bajo el peso de los peces. "Déjame en paz," respondí con la voz agotada, cada palabra más pesada que la anterior. El cansancio me aplastaba, y en ese momento no tenía la fuerza para lidiar con él.

Ao'nung retrocedió, desapareciendo un instante de mi campo visual. Esperaba haberlo disuadido. Pero Ao'nung no era de los que se iban fácilmente. Antes de que pudiera disfrutar de mi soledad nuevamente, volvió a aparecer junto a mí. Ahora caminando a mi lado.

"Yo los llevo", insistió, su mano ya levantada hacia la red. "Dejame ayudarte", pidió, en un tono que parecía esconder algo más, un anhelo, una necesidad inherente de ayudarme. Por un instante, pensé que buscaba redimirse, pero probablemente era esperar demasiado de él.

"Sé que estas molesta conmigo", su voz era ahora mas suave. "Pero ya he hecho las paces con Lo'ak".

¿Él se habia disculpado con Lo'ak? 

"¿De verdad?", pregunté.

"Si, no medí la gravedad de la situacion y no fui justo con él", admitió con sorprendente fluidez. Sabía exactamente lo que estaba diciendo, y a decir verdad, me sorprendio.

No se si fue ese momento de vulnerabilidad, el peso de la red, o la debilidad de mis rodillas lo que me hizo parar en seco. Lo miré con una ceja en alto, viendo cómo sus ojos se encendían, una chispa de satisfacción brillando en ellos. Sin decir una palabra, con brusquedad extendí la red hacia él.

Esa sonrisa triunfante e insoportable se dibujó en su rostro mientras tomaba la red de entre mis dedos, haciendome al instante arrepentirme de haber cedido.

"Bien, gracias", dijo y se hechó la red al hombro, como si en vez de peces cargara plumas.

"Borra esa sonrisa", espeté, mirando hacia el frente. Por el rabillo del ojo pude verlo morderse los labios, tratando de contener otra sonrisa, lo que sólo me hizo rodar los ojos.


El camino se alargaba entre nosotros, cada paso cubierto de un silencio que podía cortarse con un cuchillo. 

Cuando al fin llegamos al lugar donde debía dejar la pesca, él no soltó la red sin más. Se quedó, observando cada movimiento que hacía mientras yo me agachaba para lavar los peces, hundiendo las manos en el agua fría, dejando que las escamas brillaran a la luz suave del amanecer.

Él comenzó a ayudarme sin pedir permiso, abriendo cada pez, limpiándolos, pasándome un puñado de sal para prepararlos y conservarlos hasta el almuerzo. Me forzaba a trabajar en silencio a su lado, como si esto fuera algo natural, como si  hubiera algun tipo de cercanía entre nosotros.

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⏰ Última actualización: Nov 06 ⏰

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