Epílogo ☑️

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—Joven, señorita. Está todo listo para que puedan marcharse. El auto ya está estacionado.

—Gracias, Leo.

El chico miró a su hermana, quien a pesar de que lo estaba disimulando bien, era muy evidente para él que todo el tema del viaje y la mudanza la tenían nerviosa. Y no es como si para él no significase nada el cambio que estaban haciendo a sus vidas una vez más, pero sabía que era necesario, más aún cuando quedarse en aquella casona solo les servía de recordatorio de alguien amado que ya no estaba.

Sí. Definitivamente debían irse de allí.

Tomó su maleta pequeña al igual que hizo su hermana y juntos salieron del lugar que hace nada consideraban sería su único y último hogar.

Afuera llovía, pero no hacía frío. El clima parecía tropical y eso a él no le gustaba. Odiaba la humedad en un ambiente cálido. Era asfixiante.

Vio como Leo tomaba sus últimas maletas para meterlas en el maletero del auto negro. Saber que él los acompañaría hacía todo de alguna forma más soportable. No llevaban muchos años a su lado, pero Leo había estado junto a su familia lo suficiente para saber que era un hombre leal y confiable. Además se preocupaba por él y su hermana tal como lo haría el padre que nunca tuvieron, y eso tenía que valer de algo.

—Vamos, sube —lo llamó su hermana ya sentada dentro del auto—. Te estás empapando.

El chico salió de su breve entumecimiento y se acercó al auto, no sin antes mirar una última vez la pequeña mansión que dejaba atrás al igual que todos los momentos felices y tristes que vivió allí.

Leo se le acercó por el lado, protegiéndolo de la lluvia con un paraguas sobre sus cabezas.

—¿Está bien? —le preguntó, mirándolo con preocupación.

—Sí —suspiró él, una sonrisa triste curvando sus labios—. Supongo que es hora de irnos. Lamento hacer esto más largo de lo que pretendía.

Leo cerró la puerta entonces, lo suficiente para que la chica que los esperaba no oyera lo que diría a continuación.

—Draken, ¿estás seguro de esto? —dijo entonces, dejando las formalidades aun lado cuando de confidencias personales se trataba—. ¿De verdad vas a volver al lugar que tantos males te causó?

Draken lo miró a los ojos. A veces se olvidaba de que Leo era más joven de lo que sus formalidades lo hacían ver en realidad.

—Londres es mi hogar, Leo. A pesar de todo, mi vida y quien soy, nacieron allá. Y ya es hora de dejar de escapar. No quiero vivir bajo las sombras de mi pasado. No más. Mi hermana tampoco.

—Es ella quien más me preocupa.

—No lo hagas. Sally es fuerte y ahora nos tiene a los dos.

Leo asintió levemente, respetando en silencio la decisión sin vuelta atrás de a quien consideraba su hermano.

—Andando, entonces.

Draken subió al auto y sonrió a su hermana para hacerle saber que todo iba bien.

El auto se puso en marcha al fin, la lluvia cayendo y empapando todo a su paso.

El sonido de una notificación llenó el aire. Draken sacó el celular del bolsillo de su chaqueta y procedió a leer el mensaje que acababa de recibir.

A: ¿Ya estás en el aeropuerto? No olvides avisarme cuando lleguen para ir a recibirlos.

—¿Quién es?

Draken sonrió con cariño.

—Nuestro amigo. Quiere ir a recibirnos cuando lleguemos.

—¿Sí? ¡Eso es genial! Envíale mis saludos.

Él asintió y entonces escribió su respuesta.

DRAKEN: El viaje dura casi tres horas. Estaremos encantados de poder verte apenas lleguemos. Nos vemos.

A: Nos vemos.

Mi Forma Personal de Amarte (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora