Capítulo 10: Una Atracción Disfrazada De Tregua ☑️

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—Muy bien, Sarah. Iré moviendo tu pie y tú me dirás la intensidad del dolor que sientas ¿de acuerdo?

Ella asintió con algo de nervios mientras el doctor Grey le sujetaba el pie con ambas manos. Sabía que sentiría dolor. Bien le había dicho la enfermera Jones que los medicamentos que le dio le servirían únicamente para pasar una buena noche. Apenas despertó hace unas dos horas atrás, lo hizo con un fuerte dolor que se extendió por todo su pie y el tobillo. Razón por la que Emily y Gabrielle volaron por la casa para llevarla a la clínica cuanto antes.

El doctor Grey comenzó a moverle el pie y ella se quejó inmediatamente.

—Del uno al diez ¿cuánto es el grado de dolor que sientes?

—Díez... —dijo Sarah con los dientes apretados. Entonces el doctor frunció el ceño—. ¿Esa expresión quiere decir que es algo muy malo?

—Vamos a averiguarlo. Sacaremos una radiografía y así sabremos con certeza como está tu pie. Al estar muy inflamado me resulta difícil moverlo sin causarte más dolor y tampoco puedo palpar para detectar con certeza alguna anomalía en el hueso, pero no te mentiré, a simple vista veo que es una fractura de hueso. No tiene pinta de ser algo superficial. Pero como dije, la radiografía nos dará un mejor vistazo.

Sarah desvió la mirada con temor, encontrándose con los ojos igual de preocupados de su madre quien desde que había llegado a la ciudad la noche anterior no se había apartado de su lado ni un minuto.

—Doctor, ¿cree que tenga algo roto? —preguntó Gabrielle sin más.

—No. Si así fuese la enfermera de la escuela la habría mandado de manera inmediata a la clínica. Me atrevería a decir que el hueso no se recolocó bien y eso suele pasar con bastante frecuencia —dijo con tranquilidad—. Bueno, Sarah, ven aquí.

El doctor Grey extendió sus brazos hacia ella, dejándola perpleja.

—¿Me tomará en brazos?

El doctor Grey sonrió con diversión.

—No, solo te ayudaré a bajar de la camilla.

—¡Oh! —Sarah rió avergonzada—. Claro, claro.

Entonces se sujetó de los brazos del doctor bajo la atenta mirada de su madre quien se acercó enseguida en caso de que necesitase ayuda extra.

—No eres la primera paciente que quiere que la lleve en brazos —dijo él mientras la guiaba hasta dejarla de pie frente a la máquina de rayos X.

Sarah sonrió con las mejillas ardiendo.

—Debe ser alguien muy popular ¿no?

—Pues claro, soy bastante apuesto.

—Exacto. Usted es todo rubio y de ojazos verdes. En la edad de los veinte y siempre ¿no?

Tanto Gabrielle como él rieron ante el comentario.

—Estoy en los treinta y siempre, de hecho —respondió él—. Pon tu pie en la plancha metálica y no lo muevas. Hazlo con cuidado.

Sarah siguió sus indicaciones y vio como él encendió una pantalla frente a ellos que mostraba una imagen exacta de su pie, exhibiendo sus huesos en detalle.

—Es la primera vez que veo mis huesos... —comentó con la vista fija en la pantalla.

—Yo no —le disparó Gabrielle con una mirada severa—. Vi unas cuantas de tus brazos cuando tenías siete años y te dio por ser un mono escala árboles.

Sarah se limitó a sonreírle inocentemente.

—Madre de Sarah, acérquese por favor —pidió el doctor—. Bueno, observen —dijo, señalando un hueso en el tobillo de Sarah a través de la pantalla de rayos X—. Ahí, en el tobillo, hay un pequeño hueso desviado que debe volver a su lugar, eso hace que con cada movimiento al caminar se desvíe más y provoque la gran hinchazón que ahora tienes en todo el pie, Sarah.

Mi Forma Personal de Amarte (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora