Durante el fin de semana, o lo que quedaba de este, Sarah estuvo en cuarentena entre las paredes de su casa. Sus padres no le dejaron hacer absolutamente nada, solo le permitieron levantarse de la cama cada vez que necesitaba ir al baño. Afortunadamente la fiebre no volvió a brotar y a pesar de que se sintió mucho mejor el domingo por la mañana, su madre se tomó la atribución de llamar a la escuela para avisar que se incorporaría a clases el martes. Sarah no quiso discutir ante esa decisión, principalmente porque no tenía la voz para ello debido a la inflamación de su garganta.
Fue así como se resignó a estar tranquila en cama, viendo la quinta temporada de Arrow, la cual solo parecía poder ver cuando estaba enferma. Debido a sus largas estadías en el hospital en años anteriores, su mente se había ampliado ante el conocimiento de tantas películas y series. Aunque mantuvo su mente ocupada viendo series y leyendo algunos libros nuevos, hubo un momento en el que decidió que ya no podía seguir evitando no pensar en Harry y el resto de su familia.
Después de que se marchase de la habitación de Harry esa mañana y antes de que surgiera la necesidad de un beso, le fue imposible volver a conciliar el sueño en la soledad de su cama en el cuarto de invitados. George había sido el primero en aparecer alrededor de las nueve, cargando una bandeja de alimentos livianos que el mismo preparó. El batido proteico lleno de vitaminas junto con unos panqueques rellenos con frutas fueron uno de los mejores desayunos que ella rara vez solía disfrutar. Por suerte, ya había acabado de comer cuando la madre de los Warrington hizo su aparición, y como Sarah ya no estaba moribunda por la fiebre, pudo contemplar mejor el aspecto de la señora de la casa, quien sin duda, era una mujer hermosa. El perfil de su rostro se parecía mucho al de George, sin embargo, sus ojos marrones eran tan fuertes y expresivos como los de Harry. Cuando la vio enarcar una ceja mientras se acercaba a la cama, Sarah pensó en que la mujer era como una versión femenina de Harry, tanto en postura como en el aura que desprendía.
Todo lo hablado y transcurrido a partir de ese momento era un vívido recuerdo en su mente aún.
<<—Ahora veo por qué George se ha levantado tan temprano —dijo ella al ver la bandeja de alimentos vacía.
—Lamento causarles tantas molestias —dijo Sarah con la voz rasposa.
—Admito que fue algo sorpresivo ver a George llegar con una chica a la casa, y en ese estado —puntualizó—. Pero no se considera una molestia. George estaba nervioso y no sabía a qué otro lugar llevarte que no fuera nuestra casa, en donde están las personas en las que confía.
—Mamá —dijo George con algo de incomodidad—. ¿Podrías ser más amable?
—Descuida —le dijo Sarah con una media sonrisa.
La señora Warrington abrió los ojos con sorpresa.
—Oh, lo lamento, no estaba siendo apática, solo era un comentario —rectificó con un tono de voz más afable—. Además eres amiga de mis hijos ¿no?
—Mmm... sí.
—Te vi en el evento que organizamos el sábado anterior. Creímos que volverías con nosotros. A James le gusta invitar a los amigos de Harry a cenar de vez en cuando, sin embargo, despareciste.
—Tenía sus razones para retirarse de esa forma —intervino George algo tenso.
—Tenía que irme —dijo Sarah—. Harry intentó disuadirme, pero debía volver a la residencia por asuntos personales.
—Oh, vaya, que desafortunado. ¿Puedo saber hace cuanto conoces a mi hijo?
—¿A Harry?
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Mi Forma Personal de Amarte (Libro I)
RomansaSarah es una chica de dieciséis años llena de recuerdos y vivencias. Ha sido criada en el campo casi toda su vida, viviendo libre, sanamente y rodeada de naturaleza en el sur de Inglaterra. Una chica generalmente dócil pero con un carácter complicad...