Capitulo 39: Susurros De Amor Y Deseo ☑️

14 1 0
                                    

*Advertencia*
Si eres sensible con descripciones explícitas u diálogos de carácter sexual o no te gustan, o simplemente te incomodan, puedes saltarte la escena que aparece un poquito más adelante del comienzo de este capítulo.
***

Sarah comenzó a ser cada vez más consciente de la calidez reconfortante que envolvía su cuerpo y que la tentaba de seguir con los ojos cerrados. El frío de la noche ya no estaba aprisionándola, tampoco sentía la brisa helada que amenazaba con congelarla vida. Todo lo contario. Se sentía tan cálida y cómoda que deseó quedarse muy quieta para que eso no cambiase. Una parte de su mente le dijo que estaba soñando y que en realidad aún seguía inconsciente en medio del bosque.

Cuando decidió abrir los ojos, el alivio la golpeó con sorpresa cuando vio que Harry descansaba a su lado.

De alguna forma se encontraba de vuelta en la cabaña, sobre una cama y a salvo.

Se movió e inmediatamente hizo una mueca por el dolor que se extendió por todo su cuerpo. Volvió a moverse y esta vez un quejido salió de sus labios. Eso despertó a Harry abruptamente, sus ojos pasando de estar totalmente en alerta, a la sorpresa.

Ninguno de los dos se movió por unos segundos.

Sarah frunció el ceño porque no sabía si aquello era real.

—¿Harry?

Él cerro sus ojos, un suspiro de alivio abandonando sus labios. Cuando volvió a abrirlos, estos se le llenaron de lágrimas que hicieron que él corazón de Sarah se contrajera en aflicción.

—Sarah... —susurró él, alcanzándola en un abrazo estrecho en el que se volvieron una sola pieza del rompecabezas—. Dime que realmente estás aquí y que esto no es un sueño.

—Estoy aquí —dijo ella contra su cuello, devolviéndole el abrazo con la misma fuerza—. Estoy aquí.

Harry juntó sus frentes, su mano acunando una de las mejillas de Sarah con suavidad.

—Creí... No tienes idea de cuántos infartos tuve al pensar que te habían lastimado o hecho algo peor.

—Yo también tuve miedo —confesó ella—. Tuve miedo de no volver a verte, Harry.

Él volvió a abrazarla, acunándola con cada parte de su cuerpo.

Así se mantuvieron por un largo tiempo. Ninguno de los dos dispuesto a apartarse.

Cuando se sintieron más tranquilos y el temor de lo que pudo haber sucedido se fue diluyendo, se apartaron lo suficiente para contemplarse en silencio. Harry no tardó en buscar sus labios para dejarle un tierno beso que a ella le supo como la más cálidas de las bienvenidas.

—Estaba tan asustado. Creí que no te hallaríamos a tiempo.

—Lo sé, yo también pensé que podría morir por hipertermia...

—¿Hipotermia? Yo estoy hablando de los lobos.

Sarah frunció el ceño.

—¿Se toparon con los lobos?

—No, pero... —Harry la miró con cautela—. Mientras te buscábamos, escuchamos a los lobos, y cuando te hallamos, había huellas a tu alrededor.

—¿Qué?

—Lo que oyes. Había huellas de lobo a tu alrededor.

—Pero... —Sarah no supo qué decir por un instante—. Si eso es así ¿cómo es que sigo viva?

—Es lo que todos se preguntan también. ¿No recuerdas nada antes de desmayarte? ¿Viste o sentiste algo...?

—No puede ser. —Sarah se incorporó de golpe, su cabeza y todo su cuerpo doliendo un poco por el brusco movimiento.

Mi Forma Personal de Amarte (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora