Capítulo 33: Las Consecuencias De Ser La Novia De Harry Warrington (Parte II) ☑️

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—¡Harry, detente! ¡Mierda, Harry, basta! —le gritó Miguel.

—¡Harry, es suficiente! ¡Lo vas a matar! —chilló Blanca.

Sarah abrió los ojos de golpe, siendo levemente consciente de unas manos que la asistían mientras un fuerte dolor en su cabeza amenazaba con arrastrarla de regreso a la oscuridad. Le dolía el pómulo y su ojo izquierdo no podía abrirlo por completo ante el dolor latente. Tomo una respiración entrecortada al notar la humedad de algo denso cubriéndole parte de la mejilla.

—¡Que alguien llame a los inspectores!

—Harry... ¡Harry! —dijo Ben—. ¡Détente, ella está despierta! ¡Detente, maldita sea!

Sarah siguió la dirección de esas voces, encontrándose con una escena que la hizo despabilar. Su corazón casi se detuvo de la fuerte impresión al ver a Jared tirado en el suelo con Harry sobre él, golpeándole una y otra vez sin que nadie fuese capaz de pararlo.

Sarah comenzó a entrar en pánico.

Había...

Había mucha sangre alrededor de Jared. Y él no se movía.

—¡DETENTE! —gritó Sarah con horror.

Harry se detuvo de golpe, con el puño en alto a punto de impactar nuevamente en el rostro del flácido Jared. Sus ojos, inyectados de una ira desmedida, parecieron enfocarse al fin en Sarah. Entonces dejó caer ambas manos a sus costados, el entendimiento por el nivel de violencia en el que había incurrido posándose sobre sus hombros. Sarah comenzó a llorar al darse cuenta de todo lo que estaba pasando, y antes de que se diera cuenta de algo más, su mente se apagó.

∗ ∗ ∗

—¿Sarah? ¿Puedes oírme?

Ella abrió los ojos lentamente, su conciencia regresando en compañía del dolor físico. Supo inmediatamente que ver el rostro del doctor Grey no significaba algo bueno.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó él con suavidad, repasando en detalle cada centímetro de su rostro—. ¿Me escuchas y ves bien?

—Yo... —Sarah frunció el ceño al oír la ronquera de su propia voz—. Mmm... Me duele el rostro.

—Eso es normal después de un golpe tan fuerte. —Sarah levantó la mano, poniendo atención a la intravenosa que tenía en el dorso—. Te administré algunos analgésicos para el dolor. Ya deberían comenzar a hacer efecto.

—¿Usted me atendió?

—Así es, limpié tu herida...

—¿Herida? —saltó Sarah, incorporándose.

—No te levantes —le riñó el doctor, empujándola con cuidado del hombro para que volviese a recostarse en la camilla—. El golpe que recibiste te abrió la piel en un área cerca de la sien, pero por fortuna no causó ningún daño interno. Te coloqué tres puntos. Tuviste suerte de no romperte la cabeza cuando caíste al suelo.

—¿Cómo... sabe lo que sucedió?

—Tus compañeras de residencia te trajeron aquí con la ambulancia. Ellas vieron todo y me explicaron lo ocurrido, también se encargaron de asistirte en primera instancia.

—¿Dónde están?

—En la recepción junto con tu tía. No era buena idea que despertaras con ellas parloteando a tu alrededor. Necesitas descansar.

—¿Cuál es... mi condición?

El doctor Grey tomó una pequeña linterna de diagnóstico para hacer un reconocimiento de pupilas. Afortunadamente, no halló nada malo.

Mi Forma Personal de Amarte (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora