Capítulo 41

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Alexander Volks:

Han pasado dos días desde las pérdidas de Fernanda, y hoy temprano es el funeral de su padre.

Y ella parece tranquila aunque de vez en cuando la veo triste o intranquila y eso también me entristece a mí, aunque no lo demuestre del todo, al igual que ella.

Son las dos de la mañana con veintisiete de la noche, ambos estamos en la cama, ella está dormida dándome la espalda y yo estoy leyendo con una leve y cálida luz apuntando a mi libro.

De repente escucho unos leves y suaves sollozos provenientes del otro extremo de la cama.

Me levanto lentamente y me acerco a Fer para ver si está bien.

La muevo de manera tranquila, para poder ver su cara.

La cual está repleta de lágrimas, aunque tiene los ojos cerrados por lo que sigue dormida.

- Hermosa - susurro despertandola suavemente mientras seco sus lágrimas y acarició sus mejillas - Fue solo un sueño.

Abrió los ojos de golpe dejando caer un par más de lágrimas mientras me ve preocupada.

- Tranquila.... Todo está bien.

Se levantó bruscamente mientras dejaba caer más lágrimas viendo un punto fijo.

La abrazo y ella a mí, aunque no dejó de derramar lágrimas.

- Algo está mal.....

-¿A qué te refieres?- pregunto confundido.

- Hacer una llamada con su celular.... No era tan fácil localizarlo.

- Sí amor, sí lo es.

- Su teléfono estaba protegido.... Alguien fue.

- Tranquila amor.

- ¿Por qué mataron a Nala? - se levantó de repente de la cama y comenzó a caminar hacia el vestidor.

Me levanto para seguirla y ver qué se está vistiendo.

- Son las dos se la mañana hermosa, no puedes salir.

- Fue Jean.

- ¿Al que llamaste para el funeral? ¿El de tu padre?

Asintió mientras se pone unos jeans y una camiseta holgada.

-¿Por qué?

- Porque no preguntó cómo, porqué, dónde, cuándo..... El conocía a Nala, y nunca simpatizó con ella.

Todo comienza a tener sentido ahora, él la traicionó, nos traicionó.

- MALDITO HIJO DE PUTA- gritó fernanda aventando un Rolex plateado por el cuarto.

- Déjame adivinar, ¿Celos? ¿Rechazos?- pregunto abriendo mi armario para vestirme también.

- Totalmente.

- Vamos a cazarlo querida - digo terminando de vestirme para tomar mi arma y salir de la habitación.

Despertamos a todos nuestros hombres haciendo sonar la alerta roja y comenzamos a armarnos para salir por ese malparido.

Salimos de la mansión subiendonos en la Hellcat de Fernanda la cual ella adora y siempre conduce.

-¿Qué no vive en Colombia?- pregunto aún un poco aturdido.

- Exacto... Pero, vino a Italia para ver una posible compra.

- Adoro ir de casería contigo cariño - digo con una gran sonrisa llena de lujuria y maldad tomando su mano para luego besar sus nudillos.

Amor Entre MafiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora