Capítulo I

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El pasar de las manecillas del reloj siendo lo único que resonaba en la sordez de aquella habitación, acabó agotando su paciencia en cuanto la puerta se abrió interrumpiendo la poca tranquilidad que se había creado en cuestión de segundos.

Aunque ni tan siquiera se inmutó. Permaneció recostado en aquella silla, de brazos cruzados y con la mirada perdida. No tenía interés alguno por escuchar a la mujer que acababa de sentarse frente a él.

—Louis Tomlinson, ¿Cierto? —preguntó educada, entrelazando los dedos de sus manos por encima de la mesa.

—El mismo, lo sabe de sobra.

—Bien, Louis. Me gustaría informarte de las normas del centro, así como su política y sus acuerdos.

Un resoplido se escapó de entre los labios del joven, quien la miró directamente a los ojos con la única intención de desafiarla.

—No me interesa ni la política, ni esta puta prisión, ni nada que pueda salir de su maldita boca.

—Louis —Kol lo retó.

—Esto no es una prisión, Louis. Es un orfanato para jóvenes de tu edad, que además de no vivir en una familia ni bajo el calor de un hogar, suponen una amenaza para la ciudad.

—¿Amenaza? Solo le he robado el bolso a un par de señoras por la calle y he intentado robar en un jodido banco. No me jodas.

El policía pellizcó su pierna disimuladamente por debajo de la mesa, llevándose una fulminante mirada por su parte. Sin embargo, sabiendo lo que le convenía, Louis no le dijo nada.

—No le jodo, señor Tomlinson. De eso se encarga usted mismo.

Casi se hizo sangre de tan fuerte que se mordió la lengua para no responder a aquella señora, odiosa e irritante a partes iguales.

—El desayuno es a las ocho, la comida a las dos y la cena a las nueve. Las luces se apagan a las diez y media, y cuando eso pase, todos los internos del centro deben estar en sus correspondientes habitaciones, metidos en la cama. El guardia de cada pasillo se encargará de vigilar que todo esté en orden.

—¿De verdad cree que me voy a levantar un domingo a las ocho de la mañana?

—Te conviene si no quieres quedarte sin desayunar.

—Escucha una cosa, preciosa —ironizó la última palabra para añadirle un toque de sorna, dejando escapar una diminuta y disimulada sonrisa burlona—. Me queda poco más de medio año para ser mayor de edad. Y, cuando eso pase, ten por seguro que me iré de este puto sitio sin mirar atrás.

—Me temo que eso aquí no va a así, Tomlinson. Todo aquel que entra en este centro, sabe bien que no saldrá hasta ser acogido. Tenga la edad que tenga, hasta los veinticinco, considerado aquí la verdadera mayoría de edad.

—Y una mierda.

—¿Alguna duda más?

—¿Dónde dormirá? —Kol, por primera vez, intervino en la conversación.

—Con dos internos del lugar —observó varios folios que yacían sobre su escritorio, y asintió al ver su nombre escrito—. Niall Horan y Zayn Malik.

—¿Zayn Malik? —su rostro palideció, y Louis lo miró confuso—. Cámbielo.

—Me temo que eso no va a ser posible, agente.

—Él es su amigo, Francesca. No podemos arriesgarnos.

—¿De qué cojones estáis hablando?

Recibió una seria mirada de ambos adultos, y por primera vez en toda su vida, fue él mismo quien escogió callar en aquel momento. Quería saber qué estaba pasando.

El orfanatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora