Capítulo VIII

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Bostezó varias veces mientras observaba a su amigo corretear nervioso por la habitación. Siguiéndolo con la mirada, sin nada mejor que hacer que estar tumbado sobre la cama, viendo como preparaba sus cosas para aquella dichosa noche.

—¿Dónde están mis gafas de sol? ¡Mierda!

—Maldita sea, Niall, ¡Saldremos de noche! —bufó cansado—. ¡No hay sol!

—¿Y qué? Ese detalle no es importante, Loulito.

—¿Para qué cojones quieres llevar gafas de sol si no hace sol? Es una contradicción de términos.

—¿Qué términos ni qué términos? —sonrió cuando las encontró entre un montón de ropa, y se las puso con orgullo—. Mira lo precioso que me hacen.

—Paso de ti.

Una alarma resonó en el edificio, seguida de una voz anunciando que faltaba media hora para que pudieran salir. Niall lo miró impaciente.

—Vamos, tenemos que ir al comedor. Tienen que agruparnos.

—¿En función de qué se elige? —preguntó intrigado, metiéndose las manos en los bolsillos mientras salía de la habitación junto a él.

—Supongo que por afinidad. Suelen fijarse unos días antes con quién sueles llevarte mejor, y desde ahí deciden.

—¿Y si no nos gusta con quién nos toca?

—Nos aguantamos.

Un resoplido resonó en su garganta cuando entraron al comedor, y la situación no pudo asquearle más. Internos corriendo de aquí para allá, nerviosos por salir al exterior como si nunca hubieran visto la luz del día. Ilusos. ¿Qué tanta emoción por una maldita noche?

Los guardias aguardaban en las entradas con sus rostros serios, y la directora se hizo escuchar cuando se subió a una especie de tarima improvisada para aquel momento.

—Bien, jóvenes. Como ya sabéis, ha llegado por fin el día más esperado por los internos de aquí. Algunos ya lo habéis vivido años atrás, pero debido a los nuevos, no estará de más recalcar las normas para garantizar la seguridad y conformidad de todos y cada uno de vosotros. Ahora, como podéis ver, los guardias os colocarán unas pulseras en los tobillos. Son única y exclusivamente para saber vuestra localización, no os pueden dañar de ninguna forma.

Louis fulminó con la mirada al guardia que se lo puso a él, y tensó la mandíbula al darse cuenta de que era Pat.

Este lo miró, encarándolo. Buscando su pérdida de control. Sabía bien que provocándolo, podría hacerle cualquier cosa bajo el mandato de la defensa propia. Y quería aprovechar.

Sin embargo, su rostro se relajó cuando una mano acarició su brazo, y ladeó su cabeza retirándole la mirada, evitando aquello. Niall sonrió orgulloso aún acariciándolo.

—Tranquilo, Loulito. Lo has hecho muy bien.

—Pienso matarlo cuando salga de aquí.

—Vosotros no estáis para estar en un orfanato, estáis para internar en un manicomio. ¿No sabéis arreglar las cosas de otra forma que no sea matando? Lo que hay que ver —susurró para sí mismo, negando con la cabeza.

Louis se limitó a mirarlo mal.

—Niall Horan. Tu pareja, como era de esperar, será Zayn Malik. Compartiréis grupo con Louis Tomlinson y... Cameron.

Niall se atragantó con su propia saliva, y Louis realmente lo agradeció en silencio.

Hacía dos días que no hablaba con Harry. Después de aquel beso bajo la luz de la luna en las gradas del patio, ninguno de los dos medió palabra hasta que fue el rizado que se marchó a su habitación, sin mirar atrás ni una sola vez.

El orfanatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora