Capítulo XV

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Cerró los ojos cuando un fuerte orgasmo sacudió su cuerpo hasta hacerlo gruñir. Su abdomen se tensó, y un líquido cálido y blanquecino recorrió los adentros del preservativo que tenía puesto.

Su mirada se volvió fría cuando volvió a abrirlos, y se levantó de la cama dejándolo ahí.

—¿No quieres ir a por el segundo? —el chico lo miró sonriente aún desde la cama, colocándose de forma sensual para que lo mirase.

Sin embargo, Harry realizó una mueca irónica, poniéndose la camiseta con rapidez.

—No contigo.

—Vamos, Styles. Anímate —insistió.

—Piérdete —salió de la habitación.

Un suspiro se ahogó en sus adentros cuando recorrió el pasillo que lo separaba de su habitación, en silencio y con la mandíbula tensada.

Zayn lo recibió en su cuarto cuando entró en él.

—¿Qué haces aquí?

—Venir a verte. ¿Acaso no puedo? —estaba sentado en el sillón, mirando la televisión algo distraído. Parecía hacer bastante tiempo que estaba esperándolo.

Harry no contestó. Se limitó a abrir su armario, y rebuscó en él una camiseta nueva. Seguidamente, entró en el baño para peinarse, lavarse los dientes, y ponerse algo de desodorante.

—¿Y ahora a dónde vas? —preguntó con desgana, casi resignándose a él.

—Me esperan en la veintidós —tan solo se limitó a decir aquellas cinco palabras, creyéndolas suficientes para darlo a entender todo.

Zayn se levantó de mala gana, y caminó hacia él con el rostro serio.

—¿Qué estás haciendo, Harry? —sonaba decepcionado. Se cruzó de brazos apoyándose en el marco de la puerta del baño, y lo observó por el reflejo del espejo mientras se ponía colonia.

—Follar. ¿Qué puto problema tienes?

—Llevas dos días que no paras. De habitación en habitación, tirándote a todo lo que se te cruza por delante. Vienes de follarte a uno, y ahora te vas a otro. ¿No ves que eso no es normal?

—Deja de darme la puta chapa —respondió con brusquedad, repasándose con la cuchilla la poca barba que asomaba por su rostro—. No es tu jodido problema.

—Pero es tuyo —sonó tajante—. Y me importa.

—Pues a mí me la suda completamente, así que largo de aquí.

—¿Qué pasó antes de ayer?

Aquella pregunta fue el colmo que acabó con la poca paciencia que aún reunía. Sintiéndose arrastrado nuevamente hacia lo que sintió aquella noche, viéndose obligado a revivir nuevamente todos y cada uno de los sentimientos que tanto le estaba costando reprimir.

Porque podía con todo, pero no con todo a la vez.

Y cuando se juntó el dolor, con la impotencia, el miedo, y todo el rencor que acumulaba en su corazón, supo que no aguantaría mucho más.

Necesitaba distraerse. De su pasado, de su presente, y de su futuro.

Alejar los nuevos sentimientos que comenzaron a florecer en él sin darse cuenta, eliminarlos antes de entenderlos. Acabar con ellos antes de que fuera demasiado tarde.

Porque no era imbécil. Y por mucho que lo odiara, por mucho que quisiera acabar con él y alejarlo de su vida, sabía bien que ya no era lo mismo. Su corazón se sentía diferente cuando estaba a su lado, y la vida le pesaba un poco menos si estaba él.

El orfanatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora