Capítulo XVII

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"Habitación 1, acuda al despacho del señor Patrik inmediatamente".

El megáfono se hizo escuchar en los adentros del orfanato provocando una mueca de asco en el rostro del nombrado, quien resopló frustrado sobre su cama. Zayn, quien permanecía sentado en aquel cómodo sillón que ya era más suyo que de su amigo, lo observó atento.

—¿Qué quiere ese imbécil ahora?

—Yo qué coño sé —suspiró, apagando la colilla de su cigarro contra el hierro de su cama mientras se levantaba de un salto—. Cualquier gilipollez.

—¿Irás? —se acomodó en su asiento.

—Qué remedio.

No se complicó a la hora de vestirse, poniéndose lo primero que pilló en mitad del desorden que había en su armario. Optó por un chándal negro de manga corta, y se peinó los rizos con la mano, sin molestarse en agarrar su cepillo. Zayn rió burlón mientras lo observaba.

—No te complicas.

—¿Por él? —le lanzó una mirada irónica que interceptó a la perfección—. Antes muerto.

—Ya me contarás qué te dice. Yo te esperaré aquí con esta preciosidad.

—¿Qué jodida obsesión tienes con mi televisor? No te despegas.

—Es el triple de grande que el mío. ¿Qué más motivos necesitas? —se lanzó sobre la cama de su amigo, llevándose las manos a la nuca en una cómoda posición. Harry no pudo evitar soltar una carcajada mientras abría la puerta.

—Gilipollas.

Salió de la habitación poniéndose serio, recordando bien a dónde iba y con quién se iba a enfrentar. Porque no tenía ni la menor idea de lo que quería, ni de si tenía algo que decir que no fueran gilipolleces sin sentido. Pero por su bien, y el de terceras personas, no podía negarse a acudir a su llamada.

Abrió la puerta sin siquiera llamar. Autoritario, frío. Con la mirada vacía puesta en él cuando entró, sintiendo un escalofrío cuando se la devolvió. Cerró la puerta de un portazo al verlo sonreír con arrogancia.

—Rápido, no tengo todo el día —escupió seco, sentándose en la silla que había frente a él.

De mala gana, casi tumbado. Marcando territorio y superioridad con su compostura relajada, sin guardarle ningún tipo de respeto en ella.

Patrik carraspeó.

—Has desobedecido mis normas —fue claro y directo. Entrelazó sus manos sobre el papeleo que acumulaba en su escritorio, y lo miró sin expresión facial alguna.

—¿Cuál de todas? Porque va una lista larga.

—¿Crees que estoy bromeando?

—Al grano, viejo. Como bien he dicho, no tengo todo el día para perderlo contigo.

El silencio que mantuvo durante unos segundos se vio interrumpido cuando golpeó la mesa con fuerza, alzándose a la par. Su mirada enfurecida se mezcló con el verde de su hijo, y las facciones de su rostro se endurecieron debido a su enfado.

Harry, sin embargo, no movió ni un solo músculo. No le daba ningún miedo.

—Te dejé muy claro que no te acercaras a él. Te lo dije, te lo advertí de mil maneras. Y sigues desobedeciéndome.

—¿Qué más te da a ti lo que haga con mi vida? ¿No la has jodido suficiente ya? —su tono de voz se volvió ronco, y su mandíbula se tensó.

—Quiero que no te acerques a él.

El orfanatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora