Capítulo VII

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Mantuvo su compostura durante toda la entrevista. Desenfadado, inquietante. Sin interés alguno por cualquier cosa que, aquellas dos personas sentadas frente a él, pudieran soltar por sus bocas.

Miró de reojo a Kol, quien trató con todas sus fuerzas no mirarlo de manera fulminante, y suspiró por enésima vez cuando la directora calló.

—¿Y bien, Louis?

Todas las miradas del despacho se dirigieron a él.

—¿Qué?

—Contesta a la pregunta, por favor.

—No os he hecho ni puto caso en lo que llevo aquí, así que repite la pregunta porque no tengo ni la menor idea de lo que me estás hablando.

El matrimonio lo miró horrorizado, y la directora se masajeó el entrecejo cuando lo vio todo perdido.

—Te preguntaba si estarías feliz de que esta hermosa pareja te adop...

—¿Cuál es vuestro problema? —la interrumpió cortante, mirando al matrimonio—. ¿Ya no le encontráis sentido a vuestra relación? ¿Habéis caído en una monotonía absurda y os aburrís? —hizo una breve pausa para pensar, y sonrió travieso—. Jódeme que son cuernos.

—¡Louis! —la directora lo retó. Sin embargo, la mirada del menor se endureció.

—No voy a ser vuestro jodido parche. Si queréis un cambio para salvar vuestra patética relación, os compráis un puto perro.

—No queremos que te veas como un parche —la mujer, paciente, trató de hablar amable—. No lo eres.

—¿Ah, no? ¿Y qué interés tenéis entonces?

—Soy estéril —el hombre contestó seco.

—Pues no es mi puto problema. Hay mil formas, mil maneras de tener hijos que no apoderándote de una vida ya construida y apropiándote de ella como si fuera tuya.

—Sácalo de aquí, Kol.

—¿Le has preguntado a un niño adoptado, si quiere ser adoptado? ¿O vuestro jodido egoísmo por querer ser padres a costa de otros, no os ha dejado nunca ver más allá que eso?

—¡Kol! —la directora se levantó enfadada golpeando la mesa cuando la mujer comenzó a llorar, y Louis se levantó tras ella.

—Paso. Me voy yo.

Caminó enfurecido hacia el exterior del despacho, dando un fuerte portazo a sus espaldas. Estaba enfadado.

Enfadado con la vida, con su situación, con la falta del por qué. Por no tener motivos ni respuestas, por no saber ni conocer la causa de todo lo que estaba pasando.

Realmente tenía interés por conocer hasta dónde es capaz de llegar el narcisismo de las personas cuando se trata de la felicidad de uno mismo. El punto al que se atreven a llegar, si así consiguen una distracción para una relación rota por la vida, o un parche para intentar ocultar las grietas de lo que acabará rompiéndose al final.

¿Acaso querían condenarlo a romperse y perder una familia otra vez? ¿No tenían suficiente con acabar con ellos?

Nada tenía sentido.

Acabó de nuevo en aquellas gradas que tan vistas tenía ya, y no le faltó tiempo para llevarse un cigarrillo en la boca, preso del nerviosismo y la ansiedad. Niall corrió hacia él nada más verlo.

—¿Y bien?

—Paso, Niall.

—¿Te han adoptado?

—Preferiría morir.

—No entiendo por qué tanto odio a ser acogido por una familia —comentó desinteresado, agarrando su cigarro para seguidamente tirarlo al suelo y pisarlo. Louis gruñó encendiéndose otro, alzándolo con su mano derecha para que el rubio no pudiera cogerlo—. ¿Tanto te costaría intentarlo?

El orfanatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora