Su cabeza iba a mil por hora mientras observaba con tranquilidad la luminosa luz de las estrellas que se dejaba ver frente a él. Sentado sobre la repisa del ventanal de su habitación, con un cigarro consumiéndose en sus labios, disfrutando en silencio de la suave brisa nocturna que erizaba la piel desnuda de su espalda.
Quería dejar de pensar en aquella misma noche, unas horas atrás. Olvidar lo que había pasado, la forma en la que huyó su contrincante y la incertidumbre de entender por qué le habían afectado tanto sus palabras. Pero no podía.
Era todo tan raro. ¿Cómo un corazón aparentemente frío y oscuro podía derrumbarse y mostrarse tan frágil frente a unas absurdas palabras? ¿Quizá sería aquel su punto débil?
Tantas preguntas para ninguna respuesta.
—¿Louis? —la voz adormecida de su compañero de habitación, lo sacó de sus pensamientos.
—Duérmete, Niall. Es tarde.
—¿Y tú, qué? —gruñó con los ojos cerrados.
—Ya dormiré después —le ofreció una calada a su cigarro, mirando al frente y dándole la espalda. Niall abrió un ojo para observarlo.
—¿Estás bien?
Louis calló. ¿Lo estaba? No tenía ni idea.
—Sí. ¿Por qué no iba a estarlo?
—Estás pensativo.
Realizó una mueca algo indeciso, y se encogió de hombros.
—Sin más.
Niall suspiró conociendo a la perfección el motivo de su comportamiento. Sin embargo, quizá por el sueño que acabó venciéndolo, o por sus pocas ganas de entrar en una conversación con él que sabía que acabaría en pelea, decidió darse la vuelta y volverse a dormir.
El ojiazul realmente lo agradeció; no tenía ningún interés por discutir con él.
Su mirada se deslizó sutilmente hacia abajo, y frunció el ceño cuando lo vio. Solitario, vestido de negro y emanando peligro. Encaminándose a las barreras del orfanato con decisión y seguridad.
—¿A dónde vas tú? —murmuró para sí mismo, apagando el cigarro tras bajarse de la repisa.
Corrió tanto cuánto pudo escaleras abajo, logrando no causar ni un solo ruido que pudiera levantar sospechas debido a la hora que era, y miró al exterior del edificio cuando frenó sus pasos en la entrada.
¿Dónde demonios se había metido?
Caminó por el camino de tierra hasta llegar a las barreras, y sus ojos se entrecerraron cuando vio en ellas un diminuto hueco algo escondido, dando oportunidad de irse a todo aquel que quisiera.
Su cuerpo se congeló unos segundos y quedó intacto mirando aquel agujero. Era su oportunidad. La oportunidad que había estado buscando hasta el momento, la misma que había soñado y por la que había rogado a las estrellas. Su más preciado tesoro y su más puro deseo.
—Vete.
Se giró de un solo salto al asustarse con aquella voz, y fue entonces cuando lo vio. Aún ensangrentado con ese líquido color escarlata ya reseco sobre la piel de sus brazos y la de su rostro, con su mirada fría y su postura rígida y contundente. Tan peligroso, oscuro y poderoso.
—¿Qué haces aquí?
—Eres tú quien me ha seguido —lo miró serio, con odio. Sin pudor alguno por demostrar lo que sentía hacia él—. Vamos, vete. Lo estás deseando.
Louis tragó saliva.
—¿Qué más te da a ti?
—¿Perderte de vista? —alzó sus dos cejas a modo de burla, y se encendió un cigarro con tranquilidad, tomándose su tiempo—. No hay nada que desee más en este momento.
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El orfanato
Fanfiction¿Sería capaz de arder la llama del amor en los adentros de un orfanato, o su fuego acabaría arrasando con todo lo que encontrase a su paso? Entre las paredes de un edificio en el que el misterio, la pasión y la lujuria, jamás han dejado de ser los p...