XL.- Jornada Mundial de la Juventud

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"Hagan lío y organícenlo bien. Un lío que nos dé un corazón libre, un lío que nos dé solidaridad, un lío que nos dé esperanza, un lío que nazca de haber conocido a Jesús y de saber que Dios a quien conocí es mi fortaleza. Ese es, debe ser, el lío que hagan. "

Papa Francisco

El avión aterrizó en Lisboa y, con Erick dormido en mis brazos, me dispuse a bajar

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El avión aterrizó en Lisboa y, con Erick dormido en mis brazos, me dispuse a bajar. Haciendo malabares para que no se me cayera el bolso ni la mochila de mi hijo, avancé por el pasillo, sintiendo una mezcla de cansancio y emoción. Las luces del aeropuerto eran brillantes y me recordaban que estaba en un lugar nuevo, con una nueva aventura por delante.

Mientras esperábamos pasar los controles, sentí mi celular vibrar en el bolsillo. Con dificultad, lo saqué y vi que tenía un mensaje de Amira. "Ya estoy esperándote en el área de arribos internacionales", decía. Le respondí rápidamente: "Aún estoy en control, nos vemos en unos minutos".

—Mami, ¿ya llegamos? —preguntó Erick, despertándose lentamente y frotándose los ojos con sus pequeños puños.

—Sí, mi amor. Ya estamos en Lisboa. ¿Estás listo para ver a Amira? —le dije, acariciándole el cabello con ternura.

Finalmente, llegamos al control de pasaportes. La agente de seguridad me sonrió amablemente al ver a Erick dormido en mis brazos.

Buenos días. ¿Viaja sola con su hijo? —preguntó la agente, mirando nuestros documentos.

Sí, así es —respondí en portugués, sonriendo a pesar del cansancio.

Todo en orden. Bienvenidos a Portugal —dijo, devolviéndome los pasaportes con una sonrisa.

Agradecida, pasé el control y me dirigí hacia el área de recogida de equipaje. Con una mezcla de alivio y expectativa, recogí nuestras maletas y me dirigí hacia la salida. La multitud en el área de arribos internacionales era abrumadora, pero mis ojos buscaban ansiosamente a Amira.

Finalmente, la vi. Estaba de pie junto a una columna, con una gran sonrisa en el rostro.

—¡Ericka! —gritó Amira, abriéndose paso entre la multitud para llegar hasta nosotros.

—¡Amira! —exclamé, sintiendo una oleada de felicidad al verla.

Nos abrazamos con fuerza, teniendo cuidado de no despertar a Erick.

—Te extrañé tanto —dijo Amira, con lágrimas de felicidad en los ojos.

—Yo también te extrañé —respondí, sintiendo una calidez en el pecho.

Amira me ayudó con las maletas y juntas nos dirigimos hacia la salida. El sol de Lisboa nos recibió con su calidez, y el aire fresco me hizo sentir renovada.

—Vamos a la casa para que puedas descansar un poco antes de la gran reunión de esta noche —dijo Amira, guiándome hacia su coche.

—Suena perfecto. Necesito una ducha y una siesta —dije, sonriendo mientras colocaba a Erick con cuidado en el asiento trasero del coche.

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⏰ Última actualización: Jul 15 ⏰

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