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Charles

Había aparecido una chica muy mona, la cual sentía una bonita conexión –de amistad que nos conocemos–, y ahora me estaba leyendo su libro. Una locura. También podría ser que me hubiera comprado el libro porque Carlos estaba adicto, y quería saber qué coño era lo que pasaba por ahí. Esta misma chica se estaba viniendo junto con su amiga a todas las carreras y siempre que quedábamos en posiciones inferiores a terceros, venía corriendo a sacarnos una sonrisa y a hacernos saber lo bien que lo habíamos hecho. Pero sabíamos la que nos iba a caer… Pero bueno, quería vacaciones ya. Y no las tendría hasta… hasta acabar los premios. Estoy hasta los cojones. Mi cuerpo me pedía un descanso, mi cuerpo y mi mente. Porque este deporte es pasión, pero esa pasión va de la mano con el desgaste y, si llega, la depresión.

–Carlos, ¿cuando tenemos vacaciones? O días libres, aunque sea…

–En… una semana.

–¿Cuánto?

–Tres días.

–Aaaaaahhh… –solté con un cosquilleo de satisfacción y una sonrisa–. Por fin.

–Literal.

–¿Nos llevamos a la rubia?

–¿A dónde?

–Con nosotros.

–Venga. Deberíamos avisarla ya para ver hacia donde cogen ellas el avión y quedar en vernos el la península. 

–Ah, que la próxima es España…

–Claro.

–Bua, tú ahí triunfas colega.

–Uy, sí.

–Pues más que yo…

–Tú tienes a Gala, chalao.

–¿Yo a Gala? Síííí…

–Ligatelaaaa.

–Y daaale con que la abuela fuma…

–Valeee, vale.

–Es guapa, pero no.

–Es muy guapa.

–Una rubiaza…

–Sí.

–¿Quién es guapísima? –apareció Lando detrás nuestro, haciéndonos pegar un bote cada uno.

–Nadie.

–¿Nadie? –alzó las cejas y miró a Carlos.

–Nadie, nadie –qué mal se le da mentir a este chico…

–Hablaaa.

–Tú no digas NADA, o acabamos mal –amenaza mi compañero, a lo que Lando hizo una cremallera en sus labios y se sentó a nuestro lado esperando a que habláramos–. ¿Has visto a la rubia que ha estado últimamente con nosotros?

–Aaaaaahh… vale. Sí. Sí, ¿qué?

–Pues esaaaa.

–Coño, claro. Hamilton dice que está buenísima.

–Anda.

–Carlos, las caras.

–Mira, si me cae mal que se note.

–Di que sí.

–Y si tanto te molesta que Hamilton se interese… ¿Por qué no te adelantas?

–Porque literalmente no busco nada.

–No buscas nada porque te han hecho daño…

–Puede ser.

–PUEEEES, ADELANTATE, QUE ESE SE ESTÁ FROTANDO LAS MANOS.

𝒕𝒖, 𝒚𝒐, 𝒚 𝒐𝒕𝒓𝒐𝒔 𝒄𝒊𝒓𝒄𝒖𝒊𝒕𝒐𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒄𝒖𝒃𝒓𝒊𝒓 [FIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora